Entrevista

El escritor John Waters: "Demostrar que tienes dinero es la forma más baja de fanfarronería"

El también cineasta, hasta ahora de no ficción, publica 'Mentirosa', su primera incursión en el género

John Waters.

John Waters.

Ramón Vendrell

John Waters, el cineasta y escritor, hasta ahora de no ficción, publica su nuevo libro 'Mentirosa', su primera incursión en el género. La obra, subtitulada como 'Una novela de amor deplorable', sale victoriosa del desafío que supone escribir un disparate de casi 250 páginas. El libro resume al autor de 'Los asesinatos de mamá', siempre al lado de los inadaptados y siempre un desternillante crítico social.

¿De dónde procede su simpatía por marginados, raros e incluso delincuentes?

Si no hubiera sido cineasta, habría sido abogado defensor o psiquiatra. Pienso lo contrario de lo que dice la religión católica: que nacemos culpables. Creo que nacemos completamente libres y que a todos nos van pasando cosas que nos hacen como somos. De modo que intento comprender hasta las conductas más horribles. Me interesan las conductas que no puedo comprender. Me gusta crear personajes con los que mola pasar un rato dentro de un libro o una película, pero eso no significa que quiera ir con ellos en la vida real. Marsha Sprinkle sería un monstruo en la realidad, pero es divertida en ‘Mentirosa’, o eso espero.

¿Habría sido mejor abogado defensor o psiquiatra?

Habría sido buen psiquiatra. Creo en la psiquiatría, aunque va de baja en Estados Unidos porque los seguros médicos ya no la pagan. Las dos mejores cosas que me han dicho psiquiatras son: ‘Para de intentar gustarme’ y, recientemente, ‘¿A quién le importa por qué haces las cosas? Podía importarnos cuando eras joven, pero ahora que tienes 77 años solo queremos que vivas el resto de tu vida tan plácidamente como sea posible’.

Al final resulta que el comportamiento de Marsha Sprinkle se explica por un trauma. ¿Tiene usted algún trauma confesable en público?

Ojo, el trauma de Marsha Sprinkle es ridículo y disparatado, tampoco es que ‘Mentirosa’ sea una novela psicoanalítica. En cuanto a mí, crecí en una familia feliz y funcional. Mis padres tuvieron un buen matrimonio de 70 años. Solo se me ocurre que sufrí la tiranía del buen gusto, pero eso difícilmente puede considerarse un trauma. Mi humor es una acción política contra la tiranía del buen gusto. Siempre me estoy preguntando por qué estoy supuestamente jodido. Aunque quizá no esté tan jodido, al menos he podido ganarme la vida hacienda lo que quería hacer. Si sufro una neurosis, la he convertido en una carrera.

Trump ha llevado el mal gusto tan lejos que ya no puede utilizarse como arma de humor politico

¿Hay algo que escandalice a un as del escándalo como usted?

Muchas cosas. El racismo me escandaliza. La gente estúpida me escandaliza. Trump me escandaliza. Cada día muchas cosas me escandalizan, pero no de una manera positiva. Si yo escandalizo a alguien, intento hacerlo a través de la risa y para cambiar su vision del mundo. Tengo que decir que Trump ha arruinado la noción de buen mal gusto. Ha llevado el mal gusto tan lejos que ya no puede utilizarse como arma de humor politico.

En toda su obra subyace un mensaje de aceptación de la diferencia y de fraternidad. ¿Se considera un moralista?

La gente que gana en mis trabajos no juzga a nadie y es fiel a sí misma. La gente que pierde echa la culpa a los demás, está amargada, es envidiosa y juzga a los demás. Supongo que esto es una moral.

Las mascotas tendrían que huir de sus dueños y ser libres

¿Existe la cirugía estética de perros?

Apostaría a que ya existe en Los Ángeles. Lo que es un hecho es que se implantan testículos falsos a perros castrados para que no parezcan castrados. Esto ya se hace, así que la cirugía facial está al caer. La gente ama tanto a sus mascotas que pierde la chaveta. Las mascotas están sentenciadas a una vida de caricias humanas. No pueden escapar. Deberían estar mordiéndonos.

En ‘Mentirosa’ casi propugna una revuelta canina.

Estoy del lado de los animales. Las mascotas tendrían que huir de sus dueños y ser libres.

¿Puede decirme dos cosas que considere de verdadero mal gusto?

Déjeme pensar… Demostrar que tienes dinero es la forma más baja de fanfarronería. Por eso en Suiza los ricos ocultan que son ricos. Y en Estados Unidos es una ofensa capital llevar el color blanco, solo se puede llevar en verano.

¿Y dos cosas de verdadero buen gusto?

Comprar arte contemporáneo que irrita a todo el mundo excepto a ti. Y utilizar la moda para mearte en la industria de la moda y presentarte ante el mundo con sentido del humor.

El humor siempre me ha protegido

¿Es difícil ser siempre transgresor?

Ser solo transgresor no es lo que yo intento. Es fácil ser chocante, es más difícil ser chocante y divertido para cambiar opiniones. Utilizo el factor chocante para captar la atención del público y el humor para hacerle reflexionar. El humor es una gran herramienta política y siempre me ha protegido. Nunca me pegaron en la escuela pese a que soy gay gracias al humor: pensaban que estaba chiflado. Eso me hacía sentir muy bien.

La enloquecida persecución de ‘Mentirosa’ termina en Provincetown, donde fondearon los peregrinos del ‘Mayflower’ para fundar Estados Unidos. ¿Es su venganza contra ellos?

No, no, es una casualidad. Ahora mismo estoy en Provincetown, es el 59º verano que paso aquí. Está en la punta del cabo Cod, en Massachusetss. Era un pequeño y remoto pueblo pesquero que ahora acoge a una comunidad principalmente gay, bohemia y artística. Conozco bien el lugar y era ideal para el ‘grand finale’. La novela empieza en Baltimore, donde nací y vivo la mayoría del tiempo, pasa por Nueva York, donde tengo un apartamento, y acaba en Provincetown, donde paso los veranos. La he situado en lugares que conozco perfectamente.

Mucha gente piensa que Baltimore es la capital del asesinato de Estados Unidos y no lo es. ¡Somos los cuartos!

Entre la serie ‘The wire’ y su condición de núcleo de la epidemia de opioides, dan pocas ganas de visitar su querido Baltimore.

Es una ciudad extrema de la que sus habitantes se ríen pero no permiten que nadie se ría. Es una de las pocas ciudades de Estados Unidos donde vivir aún es lo bastante barato como para alimentar una bohemia. Es una ciudad peligrosa, sí. Pero mucha gente piensa que somos la capital del asesinato y no lo somos. ¡Somos los cuartos! Tendríamos que hacer adhesivos para los parachoques en los que pusiera que hay tres lugares peores donde vivir. O ‘Atrévete a vivir en Baltimore: alquileres baratos, riesgo alto’.

¿Hay nuevas incorporaciones a la lista de 101 cosas que ama que publicó en el libro 'Majareta'?

Constantemente leo libros y, un poco menos, veo películas que amo. Amo la confusión que parece haber en medio planeta a causa de la nueva revolución sexual. Es como si todo el mundo fuera trans. Te vas a la cama con alguien y no tienes ni idea de lo que te vas a encontrar cuando se desnude.

¿Y a la lista de 101 cosas que odia?

Odio la palabra ‘journey’ [viaje, camino]. Si un actor la dice, nunca lo contrataré. También odio que alguien diga que se siente ‘humbled’ [humillado]. Estas dos expresiones me sacan de quicio.