Conciertos

La música... ¿ya no se toca?

Cómo han cambiado los recitales. Los instrumentistas desaparecen de los grandes escenarios, sustituidos por bailarines, y cada vez se recurre más a audios pregrabados para sustituir a las bandas de apoyo. Los shows de Madonna, Rosalía o Taylor Swift, por poner algunos ejemplos, parecen primar lo espectacular sobre lo puramente musical. ¿Está cambiando para siempre el concepto de concierto en vivo?

Concierto de Rosalía en el Festival Primavera Sound de Madrid.

Concierto de Rosalía en el Festival Primavera Sound de Madrid. / Kiko Huesca

Rafa López

Hace unos días el músico y cantante Andrés Calamaro decía esto en una entrevista: "Soy músico y me dedico a esto. Me gusta la gira y el escenario. Sigo porque hay mucha gente que quiere escucharme cantar y tocar instrumentos". Está bien que un artista de la categoría de Calamaro recuerde en qué ha consistido, al menos hasta ahora, un concierto: un cierto número de seres humanos subidos a un escenario tocando sus instrumentos y, a veces, cantando. Esta afirmación hubiera sido una perogrullada hasta hace poco. Ahora, no tanto.

El argentino, que pasa buena parte de sus conciertos cantando y tocando el teclado al tiempo, quiso, tal vez, reivindicar la interpretación en directo como esencia de un espectáculo musical, algo que cada vez está más en entredicho. En estos momentos, no es nada raro ir a un festival y ver cómo uno de los artistas del cartel basa su actuación en cantar por encima de sus canciones pregrabadas, algo no muy diferente a un karaoke. Hace un año se viralizó un vídeo de cómo el cantante de reguetón y trap Quevedo desistió de cantar su éxito Quédate y dejó que el público cantase toda la canción. "Quevedo, viendo un concierto de mucha gente cantando", reza con sorna el comentario más celebrado de ese vídeo en YouTube.

Archivo - El cantante canario Quevedo durante su actuación en el Share Festival Barcelona, en el Parc del Fòrum, a 9 de junio de 2023, en Barcelona, Cataluña (España). En su quinta edición este festival de música de género urbano, como el rap, el reguetón

El cantante canario Quevedo durante su actuación en el Share Festival Barcelona. / Kike Rincón - Europa Press - Archivo

El fenómeno no se ciñe exclusivamente a la música urbana ni a ningún género en concreto. Lo cierto es que cada vez más artistas optan por sustituir a los instrumentistas por uno o dos DJ. Y en los espectáculos musicales se ven cada vez más bailarines y casi ningún músico tocando baterías, guitarras, bajos o teclados. Madonna, Taylor Swift y Rosalía son claros ejemplos. Las excepciones las encontramos en otras estrellas como Alejandro Sanz –autor del álbum La música no se toca– o Sting, que se suelen rodear de reputados músicos de jazz o de conservatorio.

Hace bastantes décadas que los grupos de pop y rock incluyen en sus conciertos partes instrumentales e incluso coros enlatados, rompiendo así el tabú de la música pregrabada en los directos. Desde los desaparecidos The Police hasta U2 Coldplay está aceptado que, por razones logísticas y de escenografía, una parte de lo que suena lo escuchamos porque alguien en la mesa de sonido ha apretado un botón para poner en marcha una grabación o un secuenciador.

The Who

El famoso tema Baba O’Riley, de The WhoKeith Moonempezó a generalizarse en los grupos de rock a partir de los 90

Además de esos click tracks que dirigen el ritmo, muchos grupos utilizan backing tracks (pistas de acompañamiento o soporte) con sonidos pregrabados, como arreglos orquestales o guitarras adicionales. Si el ordenador se bloquea y no se pueden reproducir esas secuencias pregrabadas, a menudo el grupo se ve obligado a cancelar su actuación. Le ocurrió al grupo estadounidense Falling in Reverse y su líder, Ronnie Radke, tuvo que explicar la situación y disculparse por ello. El locutor musical estadounidense Eddie Trunk criticó esta tendencia: "La epidemia de bandas que fingen debe parar. ¡Un show de rock en vivo debe ser en vivo! ¡Qué insulto para las bandas que lo hacen realmente en vivo y los fans que pagan mucho dinero por un show en vivo!".

El guitarrista Wolfgang Van Halen, hijo del gran Eddie Van Halen, emitió una opinión similar: "Todo el mundo su propia línea con respecto a qué pistas [pregrabadas] son aceptables o no, pero si estás reproduciendo el riff de guitarra principal, la voz principal y la jodida batería real –cuando esa batería está pregrabada– eso es un problema. Deberías poder tocar tu propia mierda", dijo en una conversación con el también guitarrista Ola Englund.

No es nada raro ir a un festival y ver cómo uno de los artistas del cartel basa su actuación en cantar por encima de sus canciones pregrabadas, algo no muy diferente a un karaoke

Electrónica

 utilizar material pregrabado

Es fácil imaginar las facilidades económicas y logísticas que tiene sustituir músicos por pistas pregrabadas. Pero una cosa es colocar puntualmente audios enlatados y otra muy diferente que la música pregrabada abarque la totalidad del espectáculo, que deja de basarse en la interpretación musical en vivo y pasa a consistir en la mera reproducción de música, lo mismo que ocurre en una discoteca.

Parece que, para cada vez más público, el aliciente de un concierto o un festival estriba en coincidir en el mismo punto, en el tiempo y en el espacio, con el artista admirado. Y, con un poco de suerte, que cante o, al menos, vocalice. Parecen ser cada vez cada vez más minoritarios los conciertos en los que el público paga su entrada para ver y escuchar interpretaciones virtuosas como las que llevaron a la fama a Eric ClaptonPat Metheny o Steve Vai –por poner tres ejemplos de grandes guitarristas-, que nunca son idénticas entre un concierto y otro, porque utilizan la improvisación para expresarse.

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