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Discos de la semana

Damon Albarn sigue expandiendo el universo de Gorillaz en 'Cracker Island'

En su octavo álbum, la banda virtual comandada por el líder de Blur visita nuevos planetas sonoros en compañía de estrellas como Bad Bunny, Kevin Parker, Thundercat, Stevie Nicks y Beck

La imagen de la banda virtual Gorillaz en 'Cracker Island'. NASTY LITTLE MAN

'Cracker Island'

Gorillaz 

 Parlophone-EMI

 Pop global

★★★ 

Hay que apuntar en el haber de Damon Albarn una encomiable capacidad para interpretar las señales y apuntar al futuro. Cuando en el cambio de milenio el cantante de Blur puso en marcha la banda virtual Gorillaz junto al diseñador gráfico Jamie Hewlett, no pocos tacharon de excentricidad de estrella aburrida ese afán por explorar los confines de la galaxia pop más allá del formato de grupo de guitarras que le había dado la fama. Hoy, casi un cuarto de siglo después, aquella voluntad de descubrir y mezclar géneros y estilos de producción y de nutrirse de las colaboraciones de artistas de la más diversa procedencia es justamente lo que define el presente de la música popular. Lo que ayer era audacia hoy es ‘mainstream’. Así se escribe la historia del pop.

Los tiempos cambian pero quedan las canciones. Y ‘Cracker Island’, el octavo elepé de Gorillaz, tiene unas cuantas la mar de apañadas. Empezando por el tema que da título al disco (y que lo abre), un pegadizo trallazo de funk electrónico conducido por el hiperactivo bajo de Thundercat en el que Albarn esboza el hilo temático del álbum: la existencia, en una isla remota, de una secta ocultista que funciona como alegoría de una sociedad distópica en la que la tecnología sirve para adoctrinar a la población e imponer un pensamiento único.

'Influencers' cansados

A ese discurso sobre los riesgos de la disociación entre espejismos virtuales y mundo real (una dualidad que está en la misma naturaleza de Gorillaz), se adhieren otras piezas del álbum como la relajada y tropical ‘The tired influencer’ (“intento mantener la cabeza alta / pero ya nada es real / en el mundo del ‘influencer’ cansado”), la estupenda ‘Silent running’ (neosoul de alta escuela, con la voz de Adeleye Omotayo) y la hipnótica ‘New Gold’ (“ser tendencia en Twitter / es para lo que algunos vivimos”).

Pese a sus innegables virtudes, esta última pieza puede hacer arquear las cejas al oyente. La presencia de Kevin Parker (Tame Impala) y el rapero Bootie Brown brinda un satisfactorio cruce de psicodelia y hip-hop, pero se hace difícil dilucidar en qué consiste la aportación de Damon Albarn más allá de un puente poco memorable. Algo parecido ocurre en ‘Tormenta’, presunto mano a mano con Bad Bunny en el que el líder de Gorillaz da un paso al lado y deja que el puertorriqueño lleve todo el peso de la canción. El resultado es una rodaja de reguetón suculenta, sí, pero completamente desconectada de la narrativa del resto del elepé.

Bien distintas son las colaboraciones con Stevie Nicks (‘Oil) y Beck (‘Possession Island’), en las que los invitados dejan su emocionante impronta vocal sin perder de vista que están en la nave de Albarn. Una nave que, ocho elepés y 23 años después, aún mantiene viva la inquietud por descubrir nuevos planetas sonoros. No es un mérito menor. Rafael Tapounet

Otros discos de la semana

'Mañana será bonito'

Karol G 

 Universal Music

 Reguetón

★★★★ 

El silbido contagioso con el que empieza 'Don't worry be happy' abre el cuarto disco de la colombiana, una manera de advertir cómo el disco explica la ruptura de la artista con el capo del trap latino Anuel AA (la suma de Shakira en 'TQG' dobla la apuesta). Un álbum poderoso y muy sincero que mira con rabia al pasado y narra sus maneras de superar el dolor (como en 'Besties', farra con amigas), pero deja un mensaje reconfortante. Y hasta deja la puerta abierta a volver a creer en el amor. Karol G utiliza el reguetón como hilo conductor, pero también despliega el gran abanico del pop latino (destaca el corrido mexicano 'Gucci los paños'). Ignasi Fortuny

'Raven'

Kelela 

 Warp

 R&B

★★★★ 

Tras seis años de silencio Kelela renace con un disco que sabe a noche. A mensaje de deseo mandado de madrugada, a discoteca y romance, pero también a recogimiento. Majestuosa, serena, con una vulnerabilidad que en realidad es poderío, Kelela envuelve su voz en ritmos rotos de música de baile de los 90 -jungle, breakbeat- y en atmósferas electrónicas de ensueño. Turbulencias emocionales con subtexto político: hoy esta música es para todos, sí, pero fue 'queer' y negra cuando no la quería nadie. Roger Roca

'Doce'

Jacobo Serra 

 Warner

 Pop orquestal

★★★★ 

Se ha hecho esperar (más de cinco años) el tercer disco de este esteta pop manchego, y el fruto colma las expectativas con un cancionero que recorre los meses del año envolviendo vivencias y cavilaciones con las sedas de la Liverpool Jazz Orchestra. Obra de frondosos relieves, combina la majestuosidad y el receso confesional, el apetito peliculero, el exotismo y el toque de cabaret y ‘big band’, sin perder nunca de vista la canción como objeto libre y mágico. Jordi Bianciotto

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