Maggie O'Farrell resucita a la olvidada Lucrezia de Medici, asesinada a los 15 por su marido

'El retrato de casada' bucea en una de las dinastías más poderosas de todos los tiempos y en el lado más oscuro del Renacimiento

La escritora irlandesa Maggie O’Farrell.

La escritora irlandesa Maggie O’Farrell. / EP

Leticia Blanco

Hace dos años Maggie O’Farrell se convirtió en una estrella literaria internacional gracias a la multipremiada ‘Hamnet’. La novela no sólo generó extasiadas (y merecidísimas) alabanzas de la crítica, también encandiló a público de todo el mundo y vendió más de millón y medio de ejemplares. O’Farrell se ocupaba allí de la historia nunca antes contada del hijo de William Shakespeare, Hamnet, que murió a los once años e inspiró ‘Hamlet’, y de la esposa del genio de la literatura inglesa, un personaje ignorado y vilipendiado por sus biógrafos.  

O’Farrell vuelve ahora con la muy esperada ‘El retrato de casada’ (editada por Libros del Asteroide y L’Altra en catalán) y repite fórmula: también se ocupa de mostrar la cara menos conocida de un apellido mundialmente conocido que emana respetabilidad, los Medici, y lo hace sacando a la luz una historia de vida trágicamente truncada y sepultada en el olvido: la de Lucrezia de Medici. Casada a los 13 con el duque de Ferrara para garantizar la prosperidad y la enorme influencia económica y política de su familia, fue asesinada por su marido sólo un año después de contraer matrimonio, probablemente por no cumplir el principal objetivo de la boda concertada: engendrar descendencia.

O’Farrell recrea con maestría la explosión del Renacimiento: una corte llena de música, lecturas y caprichos como los animales exóticos que fue coleccionando el padre de Lucrezia, el gran duque Cosme de Medici, casado con la española Eleonora Álvarez de Toledo, a quien dejaba gobernar en su ausencia. “En sus cartas mencionan poco a Lucrezia. Dicen de ella que no hace los deberes, que se distrae demasiado y que vive en sus ensoñaciones. La favorita era su hermana Isabella”, explica O'Farrell. De Lucrezia (1545-1561) , Lucre para los lectores, apenas ha quedado rastro. Hay un retrato de Bronzino realizado un año antes de su muerte que se expone en un museo de Carolina del Norte. “Me llamó la atención porque no es como la mayoría de retratos de la época”, confiesa O’Farrell, “su rostro está angustiado, como si tuviera algo que decir. Fue verlo y querer contar la historia que tal vez ella hubiese querido explicar”.

Sospechas de envenenamiento

La novela recrea la vida familiar de una de las dinastías más famosas del Renacimiento y la breve vida de Lucrezia, de quien se dijo que murió de “fiebre pútrida” (así se llamaba entonces a la tuberculosis) aunque la sospecha del envenenamiento siempre planeó sobre el frío y maquiavélico Alfonso. “El padre de Lucrezia envió un médico para hacer una segunda autopsia, pero cuando llegó a Ferrara ya estaba enterrada. Contrató a un espía y Alfonso estaba preocupado por las posibles represalias. Son pistas lo suficientemente sólidas que apuntan a la culpabilidad”, señala O’Farrell, que retrata con enorme empatía la soledad y desesperación de una adolescente culta y brillante, enviada lejos de casa como moneda de cambio, aterrorizada en su noche de bodas (“una de las escenas que más me ha costado escribir”, confiesa O’Farrell) y asfixiada por las intrigas de una salvaje encrucijada político-doméstica. Lo que hoy llamaríamos un 'gaslighting' de manual. 

“Cuando pensamos en el Renacimiento imaginamos una época de belleza y educación, pero hay una parte mucho más oscura”, reflexiona O’Farrell. “Los Medici fueron una institución, sin ellos no tendríamos tantas pinturas y esculturas, la obra de Miguel Ángel... Pero si miras la política de cerca, nunca es limpia. Siempre hay un lado oscuro, en cualquier época”. Para O’Farrell, "el Renacimiento es una dicotomía de belleza y brutalidad” en la que se educaba a los dirigentes para ser "implacables y crueles". “Enrique VIII tuvo seis esposas y aunque no las mató con sus propias manos, contrató a alguien para que les cortaran la cabeza, tampoco hay mucha diferencia”, apunta.  

Hamnet y la Royal Shakespeare Company

Con esta, O’Farrell lleva dos novelas históricas encadenadas¿Se ha vuelto el presente aburrido? “¡Para nada!”, explica, “¿sabes el proverbio chino que dice: ‘Ojalá vivas tiempos interesantes’? Creo que vivimos tiempos definitivamente demasiado interesantes”, bromea. “Pero durante el confinamiento sentí un gran alivio de estar escribiendo una novela ambientada en el pasado. Sobre todo en los momentos en los que no sabía si íbamos a superar la pandemia”, confiesa la escritora, que tiene una cita importante este abril: el estreno en Stratford-upon-Avon, de la mano de la Royal Shakespeare Company, de la adaptación teatral de ‘Hamnet’. “Escribí esa novela porque los libros de historia apenas dedican dos líneas a hablar del hijo de Shakespeare, Hamnet. Que ahora ese niño vaya a estar encima de un escenario en la ciudad donde nació y murió es muy especial para mi”, concluye. 

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