Poco ha tardado Pedro Almodóvar en ganarse al público de Zaragoza. Exactamente, los cinco segundos que le ha costado asomarse al escenario de una sala Mozart llena, con casi 2.000 personas dispuestas a aprender y escuchar a uno de los mejores cineastas de la historia. Incluso ha habido quien, como ya hiciera Joaquín Sabina, ha solicitado al director ser una 'chica Almodóvar'. "No hay palabras para agradecer esto, de verdad", acertaba a decir emocionado. En la masterclass ha estado acompañado por María Guerra, presidenta de la AICE; Luis Martínez, vicepresidente, y Luis Alegre, escritor y periodista zaragozano. Ha sido la mejor forma de terminar de engrasar la maquinaria de los premios de este sábado, y en los que Almodóvar recibirá el Feroz de Honor.

Un reconocimiento que llega en el décimo aniversario de unos galardones que, por boca de su presidenta, han dejado claro que se lo habían ofrecido "desde el minuto uno". "Hay algo en estos premios retrospectivos", se ha excusado Almodóvar, "que te hace mirar atrás y revisar tu pasado, y no me gusta". Con todo, el cineasta ha incidido en que su trayectoria "ha superado con creces todo lo que había soñado de niño". El coloquio ha sido, ante todo, un homenaje. Un recuerdo en primera persona de cómo un joven sin formación se convertía en el mayor representante de nuestro cine desde Luis Buñuel.

Precisamente, el turolense fue uno de los puntos en los que Almodóvar se ha detenido con más cariño. "Para mí, Buñuel, Billy Wilder y Alfred Hitchcock son la santísima trinidad", ha subrayado el director, que también ha reconocido que, cuando dio el salto a la esfera internacional, las comparaciones con el genio de Calanda eran "inevitables". Aunque, eso sí, el cineasta no ha rehuido de algunas de las influencias evidentes de su filmografía. "En 'Entre tinieblas' hay sellos buñuelianos, como ese tigre viviendo con las monjas", ha recordado.

Tampoco se le han escapado a Almodóvar sus recuerdos de infancia en la localidad monegrina de Poleñino, donde el cineasta vivió junto a su familia durante nueve meses. "En Aragón hice la comunión", ha rememorado entre risas. El sacramento no fue su único descubrimiento en el pequeño pueblo oscense, ya que las primeras proyecciones que el director disfrutó fueron precisamente allí. Este segundo descubrimiento, cabe resaltar, hizo mucha más mella en Pedro Almodóvar que su acercamiento a la Iglesia Católica. En cualquier caso, el director ha hablado con cariño de una localidad que inevitablemente le retrotraía bonitos recuerdos junto a sus padres.

Un Almodóvar reivindicativo

Por otra parte, Almodóvar ha vuelto a dejar patente su compromiso político, con especial referencia a su último filme estrenado, 'Madres Paralelas' (2021), en el que el cineasta ha admitido haber reparado por primera vez "en las fosas comunes, una historia que se pasó por alto en la Transición". Una Transición que Almodóvar disfrutó en primera persona, sin reparar en las concesiones que hubo que hacer en pro de la democracia. "En aquella época pensaba en drogarme, follar y hacer mis peliculitas con el Súper-8", ha reconocido, para después añadir: "Mi única venganza en mis películas de aquel entonces fue negar hasta la sombra del franquismo".

Sea como fuere, Almodóvar escribirá su nombre este sábado en las letras doradas de la crítica especializada, en un reconocimiento a un cineasta que siempre ha intentado contar la España que él miraba, pese a que ha concluido, modestamente, que "este país es mucho más de lo que cuento en mis películas".