Arte&letras

Las apariencias

El día antes de su boda, Bianca recibe un insólito regalo de su tía: una piel de hombre. Así empieza su viaje de incógnito al mundo de los hombres, una experiencia que cambiará para siempre su forma de ver el mundo.

Las apariencias

Las apariencias / Álvaro Pons

Álvaro Pons

Hubert Boulard tenía que dar respuesta a las manifestaciones contra el matrimonio igualitario que se produjeron en Francia en 2013. Su compromiso le obligaba a expresar el rechazo que le producía la intolerancia y el odio, que había vivido en carne propia por su condición sexual desde que tenía recuerdos. Y solo sabía hacerlo de una forma: con los tebeos. Guionista y colorista, había desarrollado una exitosa carrera con obras junto a los dibujantes Kerascoët (como la monumental ‘Belleza’, editada por Astiberri) o Zanzim (con el que colaboró en la brillante ‘La virgen del burdel’, publicada por dibbuks), en las que siempre afloraba de una forma u otra el conflicto entre la identidad interior y la monstruosidad que la ignorancia cree ver. Sin embargo, para su nueva obra necesitaba reunir todas las ideas que había guardado durante años, expresar con fuerza y contundencia su mensaje. No parecía fácil dar rienda suelta a sus sentimientos hasta que unos años después encontró un vehículo perfecto, que había existido desde que la humanidad lo es: el cuento. Los cuentos de princesas que atiborran la literatura infantil y juvenil fueron el germen de un relato que se traslada a la Italia renacentista del Cinquecento para contar la historia de Bianca, una hermosa doncella de alta alcurnia que es obligada a casarse con otro joven de buena familia, Giovanni. ‘Piel de Hombre’ (Norma Editorial) nace desde la universalidad de los cuentos que hablan de vidas impuestas que coartan aspiraciones e ilusiones, pero pronto incorporará ese maravilloso elemento mágico que hace que las fábulas sean puertas a la imaginación: las mujeres de la familia de Bianca guardan un objeto portentoso que les da la libertad que la sociedad les roba, una piel de hombre que tiene el asombroso poder de transformarlas en varones. Con ella, Bianca se convierte en Lorenzo, un apuesto efebo que le permitirá vivir experiencias negadas, pero también conocer de otra forma a su propio marido, que la rechaza por no poder quitarse la piel que le obligan a llevar. Bianca, Giovanni y Lorenzo serán para Hubert, acompañado de un Zanzim absolutamente espléndido, la herramienta perfecta para reflexionar sobre la identidad de las personas, sobre una sociedad pacata que mide las apariencias por encima de los sentimientos interiores, repudiando con agresividad toda opción que no sea la aceptada. Una metáfora de sencilla construcción, pero que desata un torrente de reflexiones donde la exclusión y la aceptación, el crecimiento personal y el descubrimiento se convierten en protagonistas de un relato que nos recuerda hasta qué punto las convenciones entierran a las personas que quieren vivir en libertad su personalidad. Pero ‘Piel de Hombre’ es mucho más: es también un relato personal que habla de la complicada adolescencia de su guionista, del descubrimiento de su homosexualidad. Y, desde ese sentimiento personal, de todos los temas que le interesan, de la liberación de la mujer, de la igualdad, del género y del derecho a ser distinto, de los géneros como constructos sociales que quieren esconder una realidad que reclama su existencia. Todo enfrentado a la ignorancia y la intolerancia, representadas por un integrismo irreflexivo y dogmático que es incapaz de aceptar la diferencia convirtiéndola en monstruosidad, en un pecado que solo puede vivir restringido a una existencia fantasmal e invisible, convirtiendo al cuerpo en cárcel de uno mismo.

Las apariencias

Las apariencias / Álvaro Pons

Por desgracia, Hubert se quitó la vida antes de poder ver publicada su obra. El odio y la intransigencia pudieron con su aguante, pero su legado es una obra que apuesta por los valores que aspiran a construir una sociedad moderna y que corren peligro de caer en el olvido, libertad, igualdad y fraternidad.

Sin duda, uno de los mejores tebeos del año, reconocido ya en nuestro país vecino con el premio de la asociación de críticos de cómic francesa.

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