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Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990). g.caballero

Arte&letras

Juego serio con la identidad

‘Los nombres propios’, la primera novela de Marta Jiménez Serrano, ha conseguido un unánime éxito de crítica y público porque recupera con muy buena escritura la historia del nuestras mujeres más cercanas.

Sostiene con razón Alfons Cervera que la literatura le debe unas cuantas a las escritoras. En Algo personal hay un merecido recuerdo a algunas, empezando por Concha Alós. Marta Jiménez Serrano ha leído a muchas y se nota en su primera novela Los nombres propios (Sexto Piso), que apareció sin ruido en marzo y ya va por la segunda edición. «Me resultaría muy difícil escribir sin haber leído», aclara. Admite que uno de sus referentes fue Gente normal de Sally Rooney, «que me ayudó a escribir la segunda parte de mi libro». La irlandesa convirtió su segunda novela en un fenómeno literario, una historia de amor que explora las diferencias de clase y género en la Irlanda post crisis. «Se escribe con herramientas literarias y hay que ver como las han usado otros para saber como las has usado tú».

Juego serio con la identidad

Los nombres propios funciona como narración evocativa familiar, donde la piscina, el agua y el verano marcan el leitmotiv de la novela. «Empieza y termina en esa piscina. Me gustaba la idea de esa génesis de la identidad que se da en la infancia, y la piscina me sirvió para muchas cosas, como eso que dice la protagonista de estar fuera y dentro del mundo. La piscina era como un gran líquido amniótico y como la novela, va de crecer y salir del seno materno».

Una indagación de la identidad que transita de esa obligación infantil a la siesta veraniega, a la propulsión de los primeros amores inesperados. «Hay como una arcadia feliz hasta los treinta, cuando llega ese momento en que las decisiones empiezan a ser más irreversibles, como casarse, hipotecarse... A la protagonista le toca ahora jugar en serio».

Marta, la protagonista del mismo nombre que la escritora, tiene una amiga invisible (Belaundia) sensata que va conduciendo su vida adolescente para evitarle obstáculos insalvables. ¿Los mejores amigos son los invisibles?, una pregunta que contesta muy segura: «Son mejores los de verdad». Explica que le dio muchas vueltas al personaje de la amiga invisible hasta que se le ocurrió que podía ser la narradora «porque me resolvió muchos problemas, al ser un narrador que me permite estar dentro y fuera de la protagonista».

La historia de Los nombres propios es una montaña rusa del pasado y el presente que explora la identidad, donde tres mujeres -abuela, madre e hija- entran y salen de las páginas con la sutileza de una ópera wagneriana. Aclara que las abuelas tiene mejor prensa que las madres porque cuentan con el papel más agradecido. «Las abuelas son esas figuras que siendo maternales son más cómplices y amigables que una madre, que te regaña más».

Marta Jiménez Serrano escribe una historia de mujeres. «Ni es una reivindicación activista, ni tampoco académica del feminismo. Valora la vida de tres mujeres, abuela, madre e hija, aunque poner todavía a una mujer de protagonista y contar como le viene la regla sigue siendo una connotación feminista. Ojalá no lo fuera...».

Cuando Lady Di murió la protagonista tenía siete años, mientras muchos de sus lectores asistían a un nuevo género de perversa telerrealidad. «Hay lectores de 70 años que se sentían identificados con los rascones en las rodillas y con el correr por el pueblo, pero al final lo que cuentan son los elementos narrativos, porque al final determinadas metáforas nos llevan a meternos en la historia, aunque no tenga nada ver con nosotros».

«He buscado lo menos específico de mi vida y lo más universal, como la infancia en el pueblo, un desamor, una muerte cercana..., cosas con las que nos hemos podido identificar todos» y por eso toca la sensibilidad de muchos lectores. Por la historia, la forma de contarla y porque está bien escrita. Porque Marta Jiménez Serrano ganó el accésit del Premio Adonáis de 2020 con su poemario La edad ligera.

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