Durante sus años con Elmyr de Hory, Mark Forgy «raramente» entraba en su estudio salvo que fuese para posar para él en algún retrato, pero obviamente fue testigo de sus creaciones. «Recuerdo una conversación que tuvimos sobre el hecho de que otros artistas estaban copiando su trabajo a raíz de su nueva fama», relata Forgy, que hoy en día, desde su casa en Minnesota y «para ilustrar que la vida está llena de ironía», pasa buena parte de su tiempo detectando falsos ´Elmyrs´ en las webs de arte y en las subastas. «Sé que ha habido muchos casos de estos falsos ´Elmyrs´. La exposición actual de la colección de obras de arte de Elmyr propiedad de José Luís Branger es única, porque todas esas obras son 100% auténticos Elmyrs», relata. Esta exposición está abierta en el Club Diario de Ibiza hasta el 23 de diciembre de 17.30 a 21 horas.

Durante la entrevista no queda ninguna duda de la profunda admiración que siente por Elmyr de Hory a pesar de su controvertida vida. Él lo explica así: «Cuando estaba investigando para escribir mi libro de memorias, ´The Forger´s Apprentice: Life with the world´s most notorius artist´, encontré un libro, ´Lies-The Psychology of Deceit´ de Charles V. Ford que contiene una frase que me interesó: «No es la traición la que destruye la confianza sino más bien la revelación de que aquel que nos ha ofendido no velaba por nuestros intereses». Elmyr nunca me dio un motivo para dudar de su afecto o lealtad hacia mí, y nada perturba mi cariño por él. Mi amistad con él fue una bendición y me sentiré infinitamente en deuda con él por permitirme entrar en su vida, siendo testigo de un hombre extraordinario», sentencia Forgy.

El heredero de De Hory recuerda también que entre sus deberes estaba «ayudarlo durante sus numerosas cenas y cócteles en La Falaise. Eran a la vez una mezcla de glamur, ricos y famosos, artistas, escritores y el colorido elemento bohemio en la isla. Se trataba de reuniones sofisticadas y relajadas y esos encuentros extraordinarios se convirtieron en una parte normal de mi vida... nada que ver con mi vida en Minnesota», apunta.

Una de las invitadas habituales a esas fiestas fue Nina Van Pallandt, que recordaba así aquellos años en una entrevista a Diario de Ibiza: «Siempre dábamos fiestas en casa. Solía ir muy temprano por la mañana a comprar bloques de hielo y a dejar todas las bandejas de los canapés en los frigoríficos de Casa Mayans. Luego me iba a casa de Elmyr de Hory, donde siempre estaba Howard Sackler, y charlábamos durante horas porque éramos los únicos despiertos a esas horas. Recuerdo que Elmyr tenía fotos de antepasados que solía comprar en el Rastro de Madrid, presumiendo de que eran ´sus´ ancestros. Era un caso».