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Coses Nostres

Las playas de la cuarentena

El Pas Estret, la playa de Baix sa Penya y s'Illa Plana fueron, en los siglos XVII y XVIII, lazaretos en los que barcos y tripulaciones sospechosos eran aislados para intentar evitar la entrada de la peste en Ibiza

S´Illa Plana desde es Cap Martinet.

Este lugar que se conoce en la localidad con el nombre de Pas Estret, fue señalado por los Jurados en 1687 para lazareto, y es probable que mucho antes se ocupara con el mismo objeto, con preferencia a otros sitios más abrigados, pero tal vez más expuestos a desembarcos y menos fáciles de vigilar». La condición fundamental para establecer un lazareto era el difícil acceso por tierra, y la pequeña y pedregosa cala de es Pas Estret, en la costa de es Molins, es el primer rincón del que se tiene referencia que fuera usado como emplazamiento para poner en cuarentena barcos y tripulaciones procedentes de lugares donde la peste estuviera provocando estragos o que se sospechara de otras enfermedades contagiosas. Así lo explicaba el investigador y médico Enric Fajarnés Tur, en un artículo publicado en julio de 1893 en el Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana y que forma parte de una serie de siete artículos sobre la escasa pero reveladora información que el autor halló sobre la materia en las Pitiusas.

El Pas Estret, en es Molins.

Los Jurados de Ibiza, convertidos en Junta de Sanidad, notificaban a la tripulación, en el mismo lugar que servía de lazareto, el día que comenzaba la cuarentena y cuánto tiempo debía durar; la cuarentena ordinaria era de doce días. Los capitanes de las embarcaciones facilitaban un inventario de los objetos que portaran del lugar infectado y todo ello, incluidas las ropas de la tripulación, se dejaba airear a la intemperie, al sol y al viento. Se ordenaba desplegar las velas de la nave con el mismo fin de airearlas, y las botas que habían contenido agua eran arrojadas al mar. Más allá de tales datos, Fajarnés Tur señala que no encontró ningún documento que explicara el funcionamiento de los lazaretos ibicencos, aunque supone que se aplicaban los mismos protocolos que en Mallorca, incluidos los sueldos que cobraban morberos, médicos, cirujanos, guardias y el encargado de dar agua a los aislados.

Hay que señalar que unos años antes de esta referencia sobre el lazareto (bajo la protección de San Lázaro) de es Pas Estret, concretamente en 1652, la isla de Ibiza había sufrido su primera gran epidemia de peste bubónica, originaria de África, que acabó con la mitad de la población de lo que era Dalt Vila; en total, murieron 711 personas. Es probable que ya entonces es Pas Estret sirviera para poner en cuarentena a las familias de los enfermos.

Baix sa Penya con es Botafoc al fondo.

Ya en el siglo XVIII, la playa de Santa Llúcia o Baix sa Penya tomó el relevo a es Pas Estret como lazareto, ya que era un «lugar más fácil de vigilar por los guardias de Sanidad, por encontrarse a la vista de las oficinas en las que funcionaba la Junta denominada de los morberos», explica Fajarnés Tur en referencia a lo que más popularmente era conocido como la Morbería. La cuarentena que debía guardarse a bordo de los barcos se efectuaba en esa playa, mientras que la verificación de mercancías y de tripulantes y pasajeros se realizaba en s'Illa Plana, que por aquel entonces, al igual que s'Illa Grossa y la de es Botafoc, aún era un islote separado de tierra firme y donde, como en una gran lavandería, quedaban tendidas de cuerdas todas las ropas. Todos los corsarios que regresaban de las costas de Marruecos, Algeria, Túnez y Libia pasaban por la cuarentena.

El de s´Illa Plana es un caso especial en muchos sentidos. Hoy totalmente urbanizada y destruido buena parte del legado de la Ibiza antigua bajo el cemento, la historia de este lugar permite conjeturar que quienes viven en la zona lo hacen sobre tumbas; las primeras, de los fenicios que eligieron el lugar como asentamiento; posteriormente, en el año 1522, allí fueran ajusticiados los agermanats de la batalla de las Germanías que tuvo lugar en Talamanca; también es probable que piratas capturados fueran ahorcados en ese islote y en el XVIII, en funcionamiento el lazareto de Baix sa Penya, Illa Plana fue también cementerio de quienes morían durante las cuarentenas o de quienes, intentando escapar, eran abatidos por los guardias. De tal forma, Fajarnés Tur señala, al final de uno de sus artículos, que espera que, a la vista de su profusa utilización en tiempos del lazareto, «el día que se descubran esqueletos en s'Illa Plana no se atribuya el hallazgo, sin estudio previo y detallado, a origen distinto, y se hagan sobre él afirmaciones equivocadas».

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