La pasada semana tuve la suerte de estar como voluntaria en la llamada Operación Tortuga que ha iniciado la conselleria de Medi Ambient para vigilar que nadie se acerque a la zona de los nidos ubicados en es Cavallet. Todavía queda alrededor de un mes para que eclosionen los 160 huevos que dejaron dos tortugas bobas en nuestras costas. A nuestra llegada, coincidimos con una técnica de medio ambiente que nos explicó muy bien todas las tareas que están llevando a cabo, así que aproveché para quedarme a gusto preguntándole todas las dudas que me rondaban por la cabeza. Debido al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático, las tortugas marinas se ven obligadas a cambiar las zonas de nidificación, lo que quiere decir que este año han sido dos, pero quizás empezará a convertirse en un hecho normal con el paso de los años.

Sin embargo, la esperanza de que una tortuga nazca y llegue a la edad adulta es muy baja, una de cada mil. Si nos paramos a pensar en las causas encontraremos muchas, para empezar, la madre deja los huevos y los abandona a su suerte, de ahí que ponga tantos. Pasados los días de incubación, son muchas las crías que ni siquiera saben salir del nido cuando eclosionan, por no hablar de la odisea que es llegar desde el nido hasta el mar, donde son una presa fácil para cualquier ave o animal de tamaño superior. Pero desde hace varios años, debemos sumarle una causa más que todos conocemos, el plástico.

Y es que nada más llegar a la playa, vimos el camión de limpieza recorriendo la costa un par de veces, pero ese camión no limpiaba a fondo, dejando a la vista cada vez que pasaba una cantidad brutal de colillas y microplásticos, sobre todo más abundantes en las zonas próximas a los chiringuitos. Quise obviar ese pequeño detalle, dado que el día pintaba con muy buenas expectativas. Pero fue imposible. A medida que pasaba el día, numerosos curiosos se acercaban a preguntar sobre las tortugas y felicitarnos por nuestros actos, pero otros venían a quejarse como si yo fuera una trabajadora de Medio Ambiente. Se trataban de quejas por no penalizar a la gente incívica que deja su basura en la playa, quejas por la inexistencia de contenedores suficientes en todo el largo de la playa, quejas por la gran cantidad de colillas que hay por el suelo y las que deben quedar sepultadas bajo la arena, quejas por la gran cantidad de basura y plásticos que hay en el fondo del mar, quejas por todo lo que arrojan los barcos, yates y cruceros por la borda y que cada día son arrastrados por las corrientes marítimas hasta la costa. A todo ello, conviene recordar que estamos en un Parque Natural único por su gran biodiversidad que además es Patrimonio de la Humanidad.

Y fue allí, en medio de una discusión, cuando me abrieron los ojos. Los verdaderos voluntarios de la llamada Operación Tortuga son todas esas personas que gastan su tiempo libre en limpiar nuestras costas, sacando cantidades enormes de basura que otros han sido incapaces de recoger. Estas personas deberían estar consideradas como los auténticos héroes de esta misión, dado que las administraciones no saben poner orden, ya sea facilitando más contenedores o penalizando y controlando mejor. Y es que, ¿para qué estamos vigilando, mimando, cuidando y estudiando el nacimiento de las tortugas, si en cuanto consigan llegar al agua, lo primero que harán será comer plástico? ¿No deberíamos empezar tal vez, por limpiar nuestro mar? Un mar que da de comer a muchos animales, pero no olvidemos que también nos alimenta a nosotros, unos isleños que vivimos del turismo gracias a nuestras playas, entre otras cosas. Ojalá se ponga de moda limpiar y cuidar aún más nuestro medio ambiente.