Horroriza a Hazel Morgan, representante de la Coalició Clima d´Eivissa (Amics de la Terra, Ateneu Popular, Fundació Deixalles i GEN-GOB), mi falta de fe en la infalibilidad de la Unión Europea respecto al cambio climático. Con permiso de Morgan y la UE, transcribo el consenso científico actual sobre el calentamiento, según expuso al Senado de Estados Unidos el profesor Richard Lindzen, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT): 1. La temperatura global media es aproximadamente 0.6º grados más alta que hace un siglo. 2. Los niveles atmosféricos de CO2 subieron un 30% en los últimos 200 años. 3. El CO2 es un gas invernadero cuyo incremento es probable que caliente la atmósfera de la tierra. Pero Linzen advierte de que «los que hacen las más fervientes llamadas de alarma delatan al mismo tiempo su escepticismo sobre la ciencia en que dicen apoyarse. No es solo que los alarmistas proclamen resultados de modelos que sabemos que pueden ser erróneos, es que proclaman catástrofes que no sucederían incluso si esos modelos fueran exactos, para justificar costosas políticas para tratar de prevenir el calentamiento global». No hay consenso científico en: 1. Si sabemos lo suficiente para achacar los cambios de temperatura pasados a los niveles de CO2.

2. Si tenemos suficientes datos para predecir fiablemente los niveles de temperatura futuros.

3. Qué niveles de temperatura serían más perjudiciales que beneficiosos para la vida en la tierra.

James Hansen, de la NASA, padre de la teoría de los gases invernadero, y Richard Lindzen, del MIT, los climatólogos más renombrados del mundo, están de acuerdo en que si no se hace nada para restringir los gases invernadero, la temperatura subirá aproximadamente 1 grado en los próximos 50 a 100 años. Las consecuencias económicas de las estrategias propuestas para mitigar el calentamiento probablemente serán peores que los efectos del calentamiento mismo. Las predicciones del calentamiento se basan en modelos que estiman la producción de gases invernadero según una estimación de la actividad económica futura. El modelo del IPCC de la ONU está tan viciado por predicciones injustificadas que The Economist lo calificó como «dangerously incompetent». Las fuentes alternativas de energía solar y eólica no son coste-eficaces y provocan efectos ambientales indeseables. La única alternativa eficaz al petróleo es la nuclear, que apenas produce emisiones, pero tiene la oposición del ecologismo en directa contradicción con su aserto de que el calentamiento es el mayor peligro para el Planeta.

La oposición del veterano ecologista británico David Bellamy a la eólica y la conversión del fundador de Greenpeace, Patrick Moore, a la nuclear, son elocuentes al respecto (Moore: «La agenda de Grenpeace es anticiencia, antinegocios y descaradamente antihumana»).

No pertenezco a la iglesia del calentamiento y me falta formación en el tema por lo que no tengo más remedio que fiarme de gente como Hansen y Lindzen y evitar en lo posible el contagio ecologista. No es adecuada una carta al Diario para dar bibliografía a la señora Morgan, que le facilitaré gustoso de requerirla si supera su declarada aversión a Internet y a los estudios que pueden resquebrajar los dogmas sobre el calentamiento. Puede hacer boca con las publicaciones del Heartland Institute, gratuitas en internet: de la Conferencia Internacional del 2009 falta la intervención de Al Gore, que fue invitado con la promesa de abonarle los 200.000 dólares de su caché, pero no quiso exponerse ante científicos y economistas sin domesticar.