Los homosexuales chinos empiezan a ver hoy la posibilidad de reivindicar poco a poco sus derechos, en un sistema político, el comunista, que desde que se implantó hace 60 años les ha humillado y apartado de la vida pública. A pesar de que su existencia podría reducirse en un ir y venir por los campos de reeducación comunistas, en la humillación diaria y en la incomprensión de la sociedad hacia su persona, hoy el rostro de Ba Li, homosexual de 70 años, trasluce el sosiego que produce el haber sido siempre fiel a sí mismo.