Raquel Palau es una valenciana de 30 años que lleva cinco viviendo en Ibiza. Este es su primer año trabajando de temporada porque en los cuatro anteriores tenía un contrato fijo en una tienda de ropa en el centro de Vila. «Es el primer año que lo hago y ha ido genial, pero claro, es un trabajo de temporada. Tuve que hacerlo porque quería trabajar más cerca de mi bebé. Sé seguro que no voy a irme», asegura, dejando claro que buscará algo para trabajar este invierno, también cerca de su hijo.

El paro no entiende de razas, de edad o de sexo. No discrimina a nadie y todos acuden a la cola de las oficinas del SOIB para saber el futuro que les espera. Es el caso de Nuria Soler, auxiliar de clínica que ha trabajado en verano como dependienta en un supermercado. Se ha encontrado con su excompañera de trabajo Raquel Palau en la cola al salir de la oficina con su madre. Madre e hija se han quedado sin trabajo, se ha acabado la temporada y, en consecuencia, sus contratos.

Cuando llega el invierno

Hablan de lo que piensan hacer este invierno. Soler le cuenta a Palau que le acaban de informar de que no tiene opción a paro. «Estoy buscando trabajo. Yo soy auxiliar de clínica. En Barcelona me pedí una excedencia y ahora tengo que volver a buscar trabajo porque no tengo derecho a paro. Me llamaron de Can Misses para hacer una sustitución, pero de dos días, y así no vale la pena». Al no tener acceso a ninguna ayuda, debe seguir viviendo con su madre, Elena Valdivia, ayudante de cocina de 50 años quien matiza que «en realidad», hace de todo. Explica que le ofrecieron ir a fregar platos a una cafetería, la aseguraban, pero solo por un día y con un sueldo de 70 euros la jornada. «Por un día de trabajo, de paro ya te quitan 200 euros y si te pagan 70 no te compensa cogerlo», afirma. Además, denuncia que ese tipo de trabajo en el que solo la aseguraban un día es «ilegal», o eso le han dicho.

Y es que conforme el frío envuelve Ibiza y se asienta en el mes de noviembre, tal y como corresponde a la estación actual, los hoteles cierran y las tiendas reducen su personal. Lo mismo ocurre con supermercados, gasolineras, floristerías y muchos de los comercios de Ibiza. Esta es la isla de temporada por excelencia.

Vuelta a casa

Más de treinta personas esperan fuera del SOIB a 14 grados. La oficina está llena y no quieren perder su turno. Muchos se conocen, trabajaban en las mismas empresas, hoteles, tiendas de ropa en zonas turísticas, restaurantes y negocios de temporada. Hacen corrillos para que la espera sea más llevadera. Hablan de cosas triviales, intentan no pensar en su complicada situación laboral. Algunos, menos optimistas, esperan solos a que les toque entrar en la oficina, sin muchas ganas de hablar.

Mientras Valdivia, su hija y la compañera de ésta hablan y ríen, otro grupo de mujeres esperan sentadas en un escalón a entrar en la oficina. Las tres eran trabajadoras de un hotel y se ven sin trabajo porque ha cerrado sus puertas hasta la próxima temporada. Dos de ellas van a abandonar la isla este invierno; ninguna puede pagar el alquiler que les piden. Andrea Ramírez afirma contundente que no vale la pena quedarse en la isla. «Te pagan 1.000 euros de sueldo y tienes que pagar 700 por una habitación y tienes que pagar agua, luz, comida y transporte, no compensa», explica mientras su excompañera Patricia Morales asiente con la cabeza, apoyándola. «A mí me han echado con un despido improcedente y encima mi casero me ha dicho que me tengo que ir si no quiero pagar más alquiler». Sin trabajo y sin casa, Morales ha decidido abandonar la isla y buscar mejor fortuna en Galicia, donde tiene familia.

Lo único que se llena en invierno son las colas del paro. Decenas de personas acuden desde tempranas horas de la mañana a sellar sus papeles, a preguntar si les corresponde paro, a pedirlo por primera vez o a buscar un trabajo de invierno.

La madrileña Laura López, que está «loca por quedarse», se encuentra ante el mismo negro horizonte que las dos empleadas de hotel que dejarán Ibiza. Una vez acabada la temporada, su contrato de alquiler ha terminado, no le han dado opción a prorrogarlo, y su trabajo como camarera ha finalizado. «No quiero irme, estoy viviendo en casa de una amiga. Pero sin trabajo y sin casa, si las cosas siguen así, me voy a tener que ir», lamenta.

Raquel PalauDependienta

«Soy de Valencia, tengo 30 años, pero vivo aquí desde hace cinco. Trabajaba desde hace cuatro años de dependienta en una tienda de ropa, llegué a adjunta con contrato fijo aquí en Ibiza, pero me quedé embarazada. Cuando llegó mi hija tuve que buscarme un trabajo más cercano a mi casa, en Santa Eulària, y me salió algo de cajera en un supermercado».

María MaríCocinera

«Tengo 35 años y soy ibicenca, pero trabajo de temporada. En invierno suelo cobrar el paro y con eso voy tirando. Si me sale algún trabajo, pues lo cojo y así puedo tener algún ingreso más que nunca viene mal. He sido cocinera en un hotel. Vivo con mi familia, mi pareja y nuestra hija. A veces nos cuesta mantener la casa con el paro pero bueno, a duras penas lo hacemos».

Nuria SolerDependienta

«Soy de Barcelona pero vivo en Ibiza. Tengo 24 años y he trabajado de temporada, pero me quedo un año más. He sido dependienta en un supermercado, pero ahora al acabar la temporada se han acabado los contratos. No tengo pensado irme en invierno porque no tengo que pagar un alquiler, vivo con mi madre. Quiero quedarme en la isla pero con un trabajo».

Laura LópezCamarera

«Tengo 30 años y soy de Madrid. Estoy aquí de temporada y la verdad es que ha ido muy bien, tanto, que estoy intentando quedarme. Lo estoy 'intentando' porque la cosa no está fácil. El contrato del piso se me ha acabado, solo era de temporada de verano, que yo pensaba que se me alargaría, pero no. Ahora estoy viviendo en casa de una amiga».

Patricia RosalesCamarera de piso

«Vivía en Madrid y vine aquí a trabajar y a vivir desde hace más de tres años en un hotel. He sido camarera de hotel todo este tiempo. Este año me han cesado y me he visto en la calle. Lo han hecho por baja puntuación, es un despido improcedente. Me voy a ir de la isla, porque se me acaba el contrato y el dueño del piso me ha dicho que me tengo que ir, que tiene que hacer obras y me subiría el alquiler».

Elena ValdiviaAyudante de cocina

«Tengo 50 años y soy de Manresa, Barcelona. Vivo en Ibiza pero trabajo de temporada. Solo he trabajado en verano pero porque, al acabarse la temporada, se ha acabado el trabajo, no porque no quiera trabajar. Ahora en invierno estoy buscando algo para hacer, lo que salga. He sido ayudante de cocina, he limpiado, he sido dependienta y muchas cosas más. He trabajado de todo lo que me ha surgido, no digo nunca que no».

Andrea RamírezCocinera

«Tengo 44 años y soy de Barcelona. He estado trabajando de temporada este verano y la verdad es que me hubiera gustado quedarme en Eivissa, llevo pensándolo todo el verano. Pero ¿qué me encuentro? Que el alquiler que tengo que pagar es el mismo que durante todo el verano, cuando ahora yo he dejado de cobrar lo que cobraba. Me piden 700 euros por una habitación, que es lo que te piden en otros sitios por un piso entero».