Conocidas con el nombre general de lapas, preferentemente pagellides, en el litoral pitiuso es fácil observar tres especies diferentes del género Patella, ninguna de ellas en peligro de extinción pero todas afectadas por la prohibición del marisqueo, ya que en la normativa sobre esta actividad se incluyen también limitaciones para la recogida de moluscos, tunicados y equinodermos. «Al estar regulado el marisqueo, las especies de Patella están protegidas de facto», subraya el jefe del Servicio de Protección de Especies de la conselleria balear de Medio Ambiente, Joan Mayol. Sin embargo, la más grande de las pagellides que existió en las islas ya ha desaparecido de sus costas. Fue frecuente en la antigüedad y posiblemente hasta el Imperio romano y es la lapa ferruginosa o pagellida gegant (Patella ferruginea), un molusco gasterópodo endémico del Mediterráneo occidental pero prácticamente borrado del mapa en el siglo XX.

Esta lapa ha protagonizado uno de los Proyectos Cero sobre Especies Amenazadas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desarrollado inicialmente desde 2010 a 2013, con experimentos de reproducción en cautividad que resultaron un éxito, y que hoy continúa con «el análisis de la variabilidad de las poblaciones», explica Annie Machordom, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) e integrante del equipo que logró completar en laboratorio el ciclo de la lapa. Cuando se le pregunta si las islas serían un lugar idóneo para reintroducir esta especie, responde que habría que analizar primero por qué se extinguió, porque si los motivos de la extinción persisten, sería inútil introducir nuevas poblaciones.

Arrinconada en pequeñas poblaciones en el litoral argelino y magrebí, como en Islas Chafarinas, y en pequeños enclaves de la costa andaluza, en Córcega y Cerdeña, antaño fue muy abundante en las costas de Balears. Los estudios de yacimientos del Pleistoceno así lo indican, y aunque en la actualidad se considera desaparecida, la falta de investigaciones impide dar por zanjada la cuestión. De hecho, tal como recuerda Joan Mayol, algún biólogo ha afirmado en los últimos años que esta especie aún puede encontrarse en el archipiélago, aunque el resto de la comunidad científica balear lo ha descartado. «No hay citas ciertas recientes». Los expertos indican que las tres especies actualmente comunes en el litoral de las islas son Patella rustica, P. caerulea y P. ullyssiponensis.

«Cuando debimos liberar las instalaciones (el Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal, en Castellón, donde se desarrolló el proyecto del CSIC), se llevaron los ejemplares de Patella ferruginea a las islas Hormigas, frente a las costas murcianas, ya que en ese emplazamiento no se conocían actualmente ejemplares» y no se podían perturbar poblaciones ya existentes, explica Annie Machordom. «Se eligió así, también, por ser un emplazamiento al que el público general no llega; eso facilita el seguimiento de la evolución de estos ejemplares».

Aunque los moluscos, como símbolos, no tienen el gancho que puede tener un lince, un oso panda o una tortuga boba, la lapa ferruginosa es una especie emblemática para la conservación de la biodiversidad marina del Mediterráneo. Tiene el paradójico honor de haber sido el primer invertebrado marino que, en el año 1999, fue catalogado como especie en peligro de extinción en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. «Una especie discreta, poco conocida y escasamente valorada pero extremadamente amenazada». Así califican a la lapa ferruginosa los investigadores. Junto a su congénere de Canarias, la lapa majorera (Patella candei candei), es el único molusco marino de las costas españolas catalogado en peligro de extinción.

El género Patella, como muchos otros invertebrados, marinos y terrestres, ha sido poco estudiado en las islas aunque aparece asociado a investigaciones arqueológicas como las prospecciones en el yacimiento fenicio de sa Caleta, donde se han encontrado restos de Patellae y Monodontae turbinatae (caracoles muy frecuentes en la costa) que prueban que estos gasterópodos se consumían en el poblado. En algunos yacimientos también se han hallado conchas de P. aspera, que tampoco se encuentra hoy entre las especies comunes de pagellida citadas por los expertos en el archipiélago balear.