Sobria, pequeña, blanca y discreta, con apenas seis bancos de madera en el interior, una curiosa cisterna de lluvia en la antesala y un confesionario de los de toda la vida, la capilla de sa Revista -que nunca ha sido considerada iglesia- se construyó para garantizar que los trabajadores de las salinas tuvieran cubiertas sus inquietudes religiosas. La sal requería muchas horas de trabajo lejos de casa, en una época, el siglo XVIII, en la que ni los medios de transporte ni las carreteras permitían situarse en la villa en cuestión de diez minutos, así que los saliners debían alojarse cerca de los estanques y para ellos se construyeron tanto la iglesia de Sant Francesc como la capilla de sa Revista.

La capilla, cuya construcción finalizó en 1784 y que hoy está catalogada como Bien de Interés Cultural, estaba consagrada al culto a San Carlos Borromeo, un cardenal milanés tan conocido por ser el sobrino del Papa Pío IV como por ser un magnífico estudiante. Y quizás la segunda circunstancia pudiera guardar cierta relación con el hecho de que en un tiempo no lejano pero en el siglo XX, cuando la capilla aún estaba abierta a los feligreses, hubiera abuelas de Sant Jordi que prácticamente obligaran a la familia a ir andando en peregrinación hasta ses Salines para depositar flores en la capilla, en agradecimiento a las buenas notas de sus nietos, si habían aprobado la selectividad o cualquier otra prueba importante en sus vida académicas.

La capilla cuenta con solo seis bancos en su interior

La última misa se celebró hace menos de una década y, aunque está desafectada como lugar de culto, Salinera Española, que la compró en el mismo paquete al adquirir las salinas en 1871, presta la antigua capilla para ceremonias privadas como bodas y bautizos; la última boda se celebró el verano pasado. En la actualidad, quien preside el altar en una hornacina es la Virgen de Fátima, que al parecer tomó el relevó a San Carlos tras la Guerra Civil y probablemente por ser algunos de los vecinos más devotos de la señora de los tres misterios que del santo italiano. Sin embargo, ya en el siglo XX y mientras la capilla aún seguía abierta, habitantes de Sant Jordi aún rendían culto a San Carlos en sa Revista, aunque compartiera espacio con Fátima.

La capilla de sa Revista, al igual que la de Sant Francesc, ostenta en su fachada un escudo de la Corona de Castilla y León, en lugar del emblema de la Corona de Aragón que puede observarse en la mayoría de las construcciones públicas de la isla. La explicación de tal disparidad se remonta a la guerra de Secesión, tras la cual Ibiza, que se puso de parte del candidato equivocado, vio suprimida la Universitat (su organismo de gobierno) y perdió las salinas, que pasaron a ser propiedad del ganador Felipe V, muy dado a mostrar sus armas y resentido porque la Corona de Aragón no le había dado su apoyo en la contienda sucesoria. Cosas de reyes.