La inmensa mayoría de estrellas posee un brillo constante y su tamaño, visto desde la Tierra, es siempre el mismo; pero a veces no es así. Existe un tipo de estrellas cuyo brillo varía según el momento de su observación, en ocasiones de forma periódica. Son las estrellas variables.

La primera estrella variable conocida es Algol, o Beta Persei, es decir, la segunda estrella más importante de la constelación de Perseo. Su brillo varía regularmente hasta en un 65% en un periodo de casi 69 horas. Es decir, cualquier aficionado con un pequeño telescopio puede observar un gran aumento o descenso de su brillo en menos de tres días. Su magnitud pasa de 2,3 a la 3,5 en ese periodo. Hay casos aún más espectaculares, que pasan de prácticamente no verse a aparecer bien brillantes en nuestro instrumento.

Algol es una estrella variable del tipo binaria eclipsante, es decir, es una estrella doble y vemos pasar una de ellas delante de la otra, tapando así parte de su luz. Este par de estrellas está formado por Algol A (la mayor de ambas) y Algol B, que orbitan entre sí a una distancia de solo 9 millones de kilómetros (la Tierra está a 150 millones de kilómetros del Sol), aunque recientes estudios hablan incluso de una tercera estrella, Algol C, muy alejada de las otras dos.

Algol está a 92,8 años luz de la Tierra; sin embargo, hace 7,3 millones de años pasó a tan solo 9,8 años luz. Su influencia gravitatoria puede haber sido suficiente para incrementar el número de cometas del Sistema Solar interior.

La primera mención de esta estrella y su variabilidad aparece en un calendario de hace 3.200 años del antiguo Egipto. Los griegos la asociaron con el ojo de la medusa que luchó con Perseo, y los árabes la nombraron Algol que significa ´estrella del diablo´ (en referencia a su comportamiento variable, lo cual solo podía ser cosa del demonio). El primer registro moderno data del año 1670 por Montanari.

Un astrónomo aficionado, John Goodricke, estudió esta estrella. En 1782 y con solo 18 años formuló una teoría que explicaba su variabilidad periódica, afirmando que lo que pasaba es que Algol tenía una compañera orbitando que eclipsaba la mayor parte de su luz. Afirmación que pudo demostrar Vogel 104 años después.

El eclipse mutuo de estrellas es una de las causas de los cambios de brillo de las estrellas variables. Pero hay otros motivos. Durante la juventud de los soles, estos aún no han adquirido la estabilidad que alcanzarán después y su tamaño fluctúa de forma periódica. Eso provoca cambios de brillo regulares, pero también irregulares, sin un periodo concreto. Grandes manchas sobre su superficie o enormes fulguraciones son otras causas que provocan esta variación de brillo.

Los astrónomos aficionados pueden y suelen hacer aportaciones significativas al estudio de las estrellas variables. Basta estudiar regularmente una estrella con el telescopio y comparar su brillo con el de sus vecinas para tomarlas como referencia. De hecho, la primera variable del tipo binaria eclipsante descubierta en el cúmulo abierto Stephenson 1, situado en Lyra, lo fue por dos aficionados españoles del Observatorio Astronómico de Cáceres durante el año 2007. ¡Puede que el próximo descubrimiento lo hagas tú!