«Si está dentro 20 minutos más, muere», comentó una de las sanitarias desplazadas en la ambulancia, según escuchó un testigo. Poco antes, dos policías nacionales forzaron la puerta del kiosco y sacaron a la calle al vendedor de la ONCE que trabaja en el puesto situado enfrente del edificio judicial de la avenida de Isidor Macabich. Al parecer, sufrió una hipoglucemia, se desmayó y se quedó encerrado sin que nadie se diese cuenta de lo que sucedía.

El 061 confirmó que el trabajador de la Organización Nacional de Ciegos, un hombre de unos 55 años, sufrió un problema de salud y estaba grave, pero que los sanitarios consiguieron reanimarlo y lo trasladaron a Can Misses en una ambulancia de soporte vital avanzado, tipo UVI móvil.

Media hora de angustia

El hombre explicó, cuando se recuperó un poco, que empezó a encontrarse mal y que la última hora que recordaba eran las 14.15. En esos momentos, nadie se percató de que estaba en el suelo dentro del kiosco, a pesar de que es una zona muy transitada por encontrarse enfrente de los juzgados.

A las 14.45 horas una patrulla de la Policía Nacional, compuesta por una mujer y un hombre, se dieron cuenta de lo que sucedía. El vendedor estaba empapado en sudor y no respondía a sus llamadas.

Un testigo observó que se encontraba inconsciente, por lo que los agentes cogieron una palanca de metal, forzaron la puerta y le sacaron fuera. Le colocaron en la que denominan «posición lateral de seguridad» hasta que llegaron los sanitarios.

Una historia que pudo acabar en tragedia si la patrulla llega un poco más tarde, pero que finalmente concluyó con un final feliz, según relató el testigo, que destacó sobre todo el buen trabajo de los policías.

Por la tarde, los agentes visitaron al vendedor en el hospital. Se encontraba mejor y probablemente recibió el alta ayer mismo, según pudo saber este diario. Comentó que si no aparecen los agentes podría haber muerto.