«Me voy sin saber si habrá diálogo o no», así de «decepcionado» dijo sentirse un padre desde el público en la última intervención tras una mesa redonda en el Club Diario en la que no se acercaron posturas, pero al menos hablaron todos: representantes de padres, profesores, directores, alumnos y también la delegada de la conselleria de Educación en las Pitiusas, Belén Torres, consciente de que no estaba el auditorio para entregarle sus «aplausos».

La delegada fue la destinataria de todas las preguntas del público. Se desmarcó de los insultos desde el PP a los docentes y respondió con su gestión a las críticas sobre el aumento de ratios o el empeoramiento en la calidad en las aulas, como señaló un padre a quien le parecía injustificable que no se cubran las bajas. «Me lo han pedido y no las he subido», replicó a lo primero. «No se ha dado el caso» -al menos, que haya llegado a su conocimiento- «de un mes sin profesor» en un aula ibicenca.

Para empezar, Torres se autoinvitó -afirmó que contactó con los organizadores, la Coordinadora Professorat Preocupat- para estar anoche en una sala que se quedó muy pequeña para la marea verde que llenó hasta el vestíbulo. Y recibió abucheos, pero también gestos de admiración y agradecimiento por acudir y por su talante, «que no tienen sus jefes en Mallorca», como recalcó un padre. «Un gesto valiente», según Conchi Romero, de la FAPA.

Tampoco el representante de los padres en la mesa, Francesc Cardona, quiso que se sintiera sola, por ello la instó a promocionar «el consenso y el diálogo» para evitar el «toma y daca» en que está la educación. Cardona levantó al auditorio y provocó alguna lágrima al responder qué cree que habría que exigir a los docentes en huelga: «Que conserven el orgullo, la profesionalidad y el amor por su trabajo». También Torres le aplaudía. Explicó que los padres pasaron de las reticencias respecto a las razones de la huelga a su «adhesión» por el decretazo del TIL, porque «no puede ser que tantas prisas por hacer algo mal hecho sean buenas».

El representante de los profesores, Edelmiro Fernández, recordó que esa ha sido la «ultima gota» en un vaso que lleva dos años llenándose. Que han protestado de todas las maneras posibles contra los recortes y el empobrecimiento de las aulas. «Si de repente hay un superávit de 120 millones, que reinviertan algo en educación», dijo sobre la renuncia del Govern a los impuestos ´verdes´. También pidió a José Ramón Bauzá que cumpla su programa, en el que anunciaba un modelo «con el consenso de toda la comunidad educativa» para que la educación resistiera el embate de los posibles cambios de gobierno.

El director del CEIP Labritja, José Luís Casillas, pidió coherencia al Govern, porque no puede pedir austeridad y luego subvencionar con 75.000 euros a las editoriales «para que hagan libros en modalidad balear o para publicidad del TIL, que no la regalan».

La estudiante Azahara Peña explicó que hay división entre los alumnos a la hora de secundar la huelga por «miedo» a perder clases, pero que les perjudican los recortes y un TIL que les complica el expediente: «Doy física y química y si a la mitad les cuesta entenderla en castellano, imagínese en inglés», apuntó, antes de recalcar que no bastaría con un nivel B-2 de inglés para impartirla en este idioma por «su vocabulario específico».

Entre el público estuvieron la teniente de alcalde de Santa Eulària, Ana Costa; la edil de Educación, Edu Sánchez; su homologo de Sant Joan, Santiago Marí, y los ediles de PSOE-Pacte de Sant Antoni Juanjo Cardona y María Torres.