La afilada presencia de Ian Curtis (1956-1980) cortaba el calor de Sant Antoni. Estuvo presente durante todo el concierto de New Order en Ibiza Rocks, desde que sus compañeros en Joy Division Bernard Summer y Stephen Morris entraron en el escenario mientras sonaba ´Elegia´ „el tema de homenaje que compusieron tras su fallecimiento„ hasta el final con la canción cuyo título figura como epitafio en la tumba de Curtis: ´Love Will Tear Us Apart´. El amor nos destrozará.

Summer y compañía reivindicaron su historia, desde los oscuros comienzos en el Manchester de los 70 hasta poner un pie en el trance, desgranando sus éxitos uno por uno. El concierto tuvo un perfil de montaña rusa, con momentos de gran intensidad seguidos de otros más flojos. Aun así, a los New Order de hoy no les faltaron actitud ni ganas. Fueron recibidos por un océano de brazos en alto y comenzaron muy fuertes, con un tono muy rockero clásico del post-punk: guitarras ácidas, base rítmica contundente y un mar de sonido en el que el teclado de Gillian Gilbert era solo unas gotas de agua: ´Crystal´, ´Regret´... hasta llegar a una vibrante versión del ´Isolation´ de Joy Division, cuando entraron en juego las bases pregrabadas.

Aquí comenzaron las subidas y bajadas. Las cumbres se situaron en sus temas inolvidables, que el público les reclamaba a gritos, especialmente en ´Bizarre Love Triangle´ y ´True Faith´, y sobre todo en un final apoteósico con ´Blue Monday´ y ´Temptation´.

Aunque la gran sorpresa „esperada„ fueron los dos bises de homenaje a Joy Division. De nuevo silenciaron las bases y tocaron a pelo ´Transmision´. Entonces Summer dejó su Gibson y se colgó una Rickenbacker que sonó fiera desde el guitarreo inicial de ´Love Will Tear Us Apart´, recibida con estruendo. Se agradeció hasta el guiño sensiblero de la pantalla del fondo en negro con la leyenda ´Joy Division For Ever´, en una despedida emocionante.

Menos ingleses, más ibicencos

El público, que abarrotó el recinto, acabó feliz, y es que era el público de las noches nostálgicas de Ibiza Rocks. El mismo de Madness el año pasado o The Specials el anterior. Menos ingleses veinteañeros y más ibicencos treintañeros y cuarentones aprovechando la oportunidad de rescatar sus recuerdos de los ochenta. Los teloneros, The Whip, y los dj´s, con temas muy propios para la ocasión de Yazoo o de The Human League en el intermedio, les pusieron a tono.

Se echó de menos al bajista de siempre, Peter Hook, pero solo porque es Peter Hook, porque su sustituto, Tom Chapman, demostró solvencia y creerse el repertorio, al igual que el guerrero segundo guitarrista incorporado el año pasado: Phil Cunningham.

Hora y media bien servida de rock y electrónica y al día siguiente cientos de fotos borrosas en las redes sociales. Lo que es un buen concierto del siglo XXI.