­El pedagogo experto en nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) Jordi Vivancos sostiene que la entrada de estas innovaciones en la escuela debe hacerse como algo natural, un proceso en el que la tecnología sea invisible para incorporarse con la mayor normalidad en las aulas, acompañando a los escolares para que no sean «huérfanos» en ese nuevo mundo digital. Esto se consigue trabajando en tres frentes, según explicó en una ponencia el pasado viernes en el Club Diario: educando en clase de, sobre y con las nuevas tecnologías.

En esta línea, criticó una cierta obsesión por aprender a manejar la computadora o por detenerse demasiado tiempo en cuestiones que para los alumnos ya están más que superadas, como el manejo de un procesador de texto, porque «la música no es el piano». También recordó cuando en las aulas se impartía programación, algo que considera positivo para potenciar la capacidad de los escolares de dialogar con la tecnología y evitar «que los ordenadores programen a los niños». Ha de ser al revés.

Eso, además de que «quizás cambie el aparato, pero lo que no desaparecerá es Internet. Ha llegado para quedarse», explicó a un auditorio formado por medio centenar de personas, principalmente docentes, en un acto organizado por el Centro de Educación de Profesores y Aprep, la Asociación por la Renovación Pedagógica de las Pitiusas. Así que más vale adaptarse a ello.

Maestros conectados

Ante la inquietud del público por el esfuerzo de muchas horas que «voluntariamente» hacen muchos maestros para incorporar esas nuevas herramientas a sus clases, Vivancos respondió con una de sus máximas: «Hacer red, conectaos unos con otros, eso simplificará mucho ese esfuerzo». Porque, por encima de todo, la red la componen «las personas».

En ese mundo conectado, y esto es algo en lo que también considera que hay lagunas, se necesita una nueva urbanidad, una educación sobre la privacidad y un código de ciudadanía que se está descuidando en la materia que se imparte en las aulas. Pero es en la escuela donde más importante resulta aprender esos cambios sociales que acarrean las nuevas tecnologías, porque los niños son «huérfanos», según Vivancos, más que «nativos» del mundo tecnológico. Y es que no tienen nadie en casa que les pueda acompañar y guiar en la era digital. Por ello, el experto cree que son los educadores los que deben desempeñar ese papel mediante la adquisición de las competencias de la docencia digital, aspirar a ser «residentes» en ese mundo virtual.

Vivancos explicó que Internet ha hecho aumentar de manera exponencial la información que circula por el mundo. Tanto es así, que cuando se creó el modelo pedagógico de la escuela actual, una persona tenía acceso, a lo largo de su vida, a un volumen de datos (traducidos a bits) equivalente a «la información que contiene un diario de nuestra época», de media. Gestionar la «hiperabundancia» de datos que proporciona la red obliga a afrontar un cambio de ese modelo.

En la búsqueda de esa nueva escuela, con recursos como los tutoriales en Youtube, llegó a plantear la propuesta de un exbroker americano que sugiere invertir los papeles: dedicar la escuela a hacer los deberes y aprender en casa mediante recursos on-line y al ritmo de cada cual. Y sugirió ese modelo después de ver cómo miles de personas seguían en la red las lecciones de matemáticas que él grababa en vídeo para su sobrina, residente en otro Estado.