El anuncio del Govern balear de que estudia flexibilizar los horarios de apertura comercial para así facilitar las compras a los consumidores y, de paso, generar mayor dinamismo económico, inquieta al pequeño comercio de Ibiza, según manifestaron ayer todos sus representantes consultados, que advierten de que esa medida supondría su «sentencia de muerte».

«Representará la muerte de muchos negocios», avisa Juan Pedro Pérez Cobisa, presidente de la Asociación de Comerciantes de Santa Eulària. Pérez recuerda que, en realidad, esa libertad de horarios ya existe, pero solo para los pequeños comercios, de manera que considera que el anuncio hecho el viernes por el portavoz del Ejecutivo balear, Rafael Bosch, solo tiene un destinatario: las grandes superficies, «las de más de 300 metros cuadrados», sugiere Pérez. «Si la nueva ley supone que esas empresas podrán abrir más tiempo, no estamos de acuerdo», subraya el empresario de la Villa del Río, que imagina que las potentes empresas que han empezado a construir sus instalaciones en la isla «son las que presionan» para que el Govern apruebe esa relajación de horarios.

Aunque más horas de apertura al público facilite teóricamente el comercio, Pérez advierte de que en lugares donde ya existe esa fórmula, como Madrid (donde en breve se podrá abrir 24 horas al día durante los 365 días del año), «el pequeño comercio ya casi ha desaparecido, al menos en el centro de la ciudad». La razón: «Si se trabaja más horas, si se abren todos los festivos, nosotros no podemos conciliar la vida laboral con la familiar. Solo salen ganando las grandes superficies», advierte.

«O no lo asumimos o seremos unos esclavos», señala Vicente Cardona, de la Asociación de Comerciantes de la calle Ramón y Cajal y de Sant Antoni, sobre la propuesta del Govern de la Comunitat Autònoma. «Nosotros no tenemos plantilla para hacer frente a un aumento de los horarios o para trabajar más jornadas festivas, vamos justitos de personal. No podríamos competir», indica. Y más en zonas como la calle Ramón y Cajal, donde «solo quedan seis comercios abiertos todo el año. La zona está muerta». «Hemos empalmado las obras de la calle con la crisis y en el camino han cerrado la mitad de los establecimientos», afirma.

José Javier Marí Noguera, presidente de la Asociación de Comercio de la Pimeef, considera que la propuesta del Govern «es poco imaginativa». Creer que se va a consumir más porque se abre más horas es, a su juicio, un error: «No se vende más simplemente porque no hay dinero. No hay voluntad de consumir por parte de la gente porque la situación es la que es, no por falta de horas de apertura. Los primeros que abriríamos más tiempo si fuera rentable seríamos nosotros», explica Marí. El empresario considera que «hay otras maneras de incentivar el consumo». La principal de ellas, «fomentar el empleo».

«Para Madrid, Barcelona o Londres, pues vale, pero para las islas no lo veo», afirma Mariano Riera, presidente de la pequeña y mediana empresa balear y pitiusa. «Nos preocupa que se aumenten los horarios, pues se facilitaría todo a las grandes superficies. Los pequeños empresarios necesitan algún día de descanso para conciliar su vida laboral con la familiar», apunta. También duda de que «la medida vaya a aumentar el producto interior bruto balear». Igual que el presidente de la Asociación de Comerciantes de Santa Eulària, Mariano Riera advierte de que las pymes dan vida a las poblaciones: «Pero si nos machacan, las ciudades se mueren».

La edil responsable de Comercio de San Antoni, María Ramón Boned, cree que «en principio, la medida es beneficiosa», al menos para el público: «Pero tiene que adoptarse previo consenso con los comerciantes», que admite que son los grandes perjudicados en caso de que se dé barra libre a las grandes superficies.