Tras quince días intensos, en los que el arte en vivo se ha mezclado con actividades para niños y exposiciones, la edición cero del Bloop Festival de Sant Antoni cerró puertas ayer en el Far de ses Coves Blanques, que durante estas dos semanas ha sido el cuartel general de la iniciativa. El colectivo italiano Biokip ha sido el impulsor de la aventura, que nace con el objetivo de regresar el año próximo con más sedes pero, sobre todo, para mostrar a turistas y residentes que hay alternativas de ocio y que la isla puede recuperar su imagen de destino cultural.

El sociólogo y periodista de arte Marco Valsecchi ha visitado la muestra y asegura que dentro del debate iniciado estos días a partir de los desórdenes de Lloret de Mar «se ha hablado poco del peso que pueden tener las políticas culturales [...] como una palanca para crear un nuevo tipo de turismo». A su juicio y el de los creadores del festival, «lo que puede marcar la diferencia» es «la creación de una nueva cultura, que tenga su punto de fuerza en la involucración del público», más allá de la promoción de sus monumentos.

Entre las propuestas más destacadas, Valsecchi cita la obra de Pedro Juan Hormigo, con su escultura de doble cara, pasando por los hologramas de Dario Spinelli, las obras de cartón de Sztuka Fabryka, el mural de Interesni Kazki, los cuadros de Emilio Cejalvo y por la instalación de Ufo5 y Tom Gallant, entre otros.