–Han puesto a una ex comunista como ministra de Medio Ambiente ¿Qué le parece?

–No tenía noticias de que la nueva ministra [Rosa Aguilar] fuera una experta ni en Agricultura ni en temas medioambientales. Parece que han querido poner una cara más a la izquierda de la que había.

–¿Qué espera del nuevo ministerio?

–Pues no lo sé. No se ha hecho nada en muchos años. Están los grandes retos de resolver el problema del agua en toda España. Está la problemática que aparejó que los parques nacionales se transfirieran a las comunidades autónomas y [la necesidad que hay de que] sigan teniendo de alguna manera una unidad de gestión, para preservarlos estemos donde estemos y vivamos donde vivamos. Está también el gran reto de las costas... Cuando yo era ministra de Medio Ambiente, su gestión me ocupaba todo el tiempo, pero la sensación que da desde que lo han incorporado al de Agricultura es que la parte medioambiental se ha dejado un poco de lado. Por no hablar de los objetivos de emisiones de dióxido de carbono, que no se están cumpliendo.

–¿Qué opina del hecho de que la política medioambiental y urbanística del PP balear haya sido siempre objeto de fuertes críticas?

–Cuando estás en un territorio tan especial has de hacer ordenación territorial sostenible, pero esa ordenación ha de permitir vivir al hombre, no debe eliminarlo de los sitios, y a veces eso es objeto de polémica. Por ejemplo, hay corrientes que opinan que es más sostenible hacer rascacielos de 50 pisos que hacer un urbanismo de casas bajas apegado al terreno, porque dicen que el rascacielos ahorra agua e infraestructuras. ¿Pero realmente eso es más sostenible? ¿Hace que la gente viva mejor? Pues eso es lo que hay que tener en cuenta. Pero es cierto que este tema está en el ojo del huracán, y en unas islas más, que no pueden convertirse ni en todo verde ni en todo blanco porque lo hayas construido todo. Habrá que buscar el equilibrio.

–¿Cómo ve los casos de corrupción en Balears y el hecho de que el propio Jaume Matas sea uno de los principales sospechosos de delinquir?

–La ley debe aplicarse y debe recaer sobre el que ha hecho lo que no debía. Dicho esto, en todo este proceso que vivimos, a veces la presunción de inocencia –y no digo que sea el caso– queda en el aire y hay distintos raseros para medir y muchas filtraciones interesadas.

–¿Qué le parece que el presidente del PP balear haya decidido impedir que los imputados se presenten en las listas de las próximas elecciones?

–En Madrid se ha seguido el mismo criterio, que es muy duro y que seguramente en determinados casos es injusto. Pero también es cierto que esa medida, que es un corte radical, es buena para la ciudadanía, porque a veces los ciudadanos no entienden nada de lo que está pasando y necesitan una medida dura que no puede tener excepciones –como no las ha habido en Madrid– y que es una buena decisión. La presidenta Esperanza Aguirre dijo el otro día: «Yo no quiero ir contra la presunción de inocencia de los imputados, y una vez que se sobresean sus causas, los acogeré con los brazos abiertos, pero de momento no me valen».

–¿Se financió el PP de Madrid con dinero de la trama Gürtel, como se está publicando insistentemente?

–No, indudablemente no se financió con la trama Gürtel, lo que pasa es que estas informaciones son el resultado de sumarios secretos que no son tan secretos, que se van filtrando a trozos. Mire, en todos los colectivos puede haber un garbanzo negro, pero el colectivo no es negro en su conjunto. Este tipo de informaciones hace mucho daño y es difícil defenderse de ellas; causan una gran indefensión. Me gustaría que este tipo de procedimientos se llevara con rapidez, porque siempre he dicho que los procesos, para que sean justos, han de ser rápidos.

–¿Internet contribuye a diluir la identidad de nación, pueblo y Estado?

–Los patrones para construir nuestra identidad se han ido multiplicando. Ya no somos sólo personas adscritas a una religión, un trabajo, etc... Internet acelera y aumenta nuestra capacidad de adscripción a múltiples grupos; nos permite acceder a más redes sociales y, al tiempo, atomiza los grupos de pertenencia. Los vínculos cada vez son más fluidos y débiles. Que dejemos de sentirnos parte de una religión, un Estado o una familia no es tanto una consecuencia de internet como de un proceso de globalización.