El secretario autonómico de Educación y conseller en la sombra, Guillem Estarellas, interpretó ayer que el 88,4% del profesorado que no secundó el paro convocado en la enseñanza de Balears «avala la política que lleva a cabo el Govern». Estarellas perdió la oportunidad de tener un gesto conciliador con los profesores y optó por un mensaje falaz, provocador y ofensivo que en nada contribuye a apaciguar un conflicto que sigue muy vivo. Que la inmensa mayoría de los docentes, desanimados por meses de pelea estéril con un Govern intransigente, no se muestren combativos como hace un año, hayan llegado a la conclusión de que con un día de paro no lograrán lo que no consiguieron dos semanas de huelga indefinida o crean que es mejor reavivar las protestas antes de las elecciones de mayo y no ahora, no supone que de repente den por buena la desastrosa política educativa de Bauzá, Estarellas y Camps, cuya obsesiva cruzada contra la inmersión lingüística en catalán rompió consensos de varias décadas, les enfrentó a toda la comunidad educativa sin excepción y les llevó a despreciar resoluciones judiciales adversas y a imponer, precipitadamente y sin medios, un modelo de trilingüismo más que defectuoso. Estarellas y los voceros del PP aprovechan ahora para sacar pecho y deformar la realidad, pero lo cierto es que en los claustros se sigue censurando masivamente su forma incendiaria de manejar un asunto tan delicado como la educación.