El alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas, explicó ayer que la «problemática» que padece el municipio con la proliferación de este tipo de negocios, que obligó el año pasado a otorgar de manera cautelar la concesión de licencias, viene derivada de unas Normas Subsidiarias del año 1986 que han quedado obsoletas ante los nuevos modelos turísticos y de una ley turística que se aprobó a la pasada legislatura y que es «muy expansiva y laxa».

Además, ni siquiera los beach clubs están regulados por ley. «En el caso de Sant Josep nos encontramos con restaurantes o bares que han pedido una segunda actividad, en este caso de música, y con aumentos de aforo como restaurante, y que lo único que tenían que hacer era comunicarnos esa nueva actividad», apuntó el alcalde. «Por eso también tuvimos que hacer una normativa de ruidos», comentó.

«Ahora se les condiciona un poco más las nuevas actividades y los que quieran hacer una modificación estarán sujetos a estos cambios», apuntó Agustinet.

La ordenanza municipal actual es tan poco concreta, caduca y alejada de la realidad que, por ejemplo, «permitía que cualquier actividad musical se podía hacer en todas las situaciones y tipos de suelos y edificios», señaló el concejal de Urbanismo, Ángel Luis Guerrero.

«Por ejemplo, había un uso que se llamaba de relación, que nadie ha sabido decirnos en qué podía consistir esto, o que los comercios deberían estar en agrupaciones de comercios, todo muy extraño», contó Guerrero, quien aseguró que en las normas había aspectos tan «incongruentes» como que en un local se podía poner un café concierto, pero no se podía poner una peluquería. «Se trata de regular todo esto», afirmó.