Los taludes de es Cubells «están en un estado de equilibrio límite» y son «muy susceptibles de deslizarse» como consecuencia de la urbanización y edificación de esa área, advierte el geólogo Roger Mata, autor junto a Xisco Roig de la ´Geologuía´ de las Pitiusas. Más cuando cae un diluvio como el del lunes: «Cuando el agua llega allí descontrolada, no filtra y sigue caminos preferenciales de escorrentía, lo que desencadena desprendimientos y deslizamientos al erosionar las margas (rocas blandas poco cimentadas) y provocar la caída de bloques de calizas (rocas duras cimentadas pero muy fracturadas)», explica Mata. Geológicamente, la zona está formada por calizas y margas del Jurásico superior y del Cretácico, «rocas muy tectonizadas».

El agua «desencadena y es el agente culpable», subraya, pero advierte de que «la edificación en zonas de peligrosidad alta y los desmontes artificiales que se han generado han dejado un macizo rocoso en fase de descompresión geomecánica en un estado de susceptibilidad muy alto y en un estado de equilibrio límite». Es decir, lo que pasa es previsible: no era el mejor lugar para edificar. Y lo que es peor, la situación podría agravarse, como sucedió en sa Caixota.

La zona de es Cubells está formada geológicamente por una alternancia de rocas fuertemente plegadas y falladas: «Forman parte de un macizo rocoso en fase de descompresión que ha sufrido mucho a la largo de su historia geológica, por lo que se encuentra muy tectonizado y en un estado frágil y débil», indica. La urbanización «ha generado desmontes en laderas naturales con taludes en estado de equilibrio límite fácilmente deslizables», más si llueve a mares, insiste. La edificación, además, «ha variado los drenajes naturales, favoreciendo la escorrentía superficial muy dirigida y disminuyendo la infiltración». Así, la lluvia provocó en es Cubells «una erosión de los niveles margosos, formando pequeñas coladas fangosas y la caída de los bloques de caliza que no se pueden sostener al haberse perdido los niveles inferiores margosos que los sujetaban», señala Roger Mata.