­El centro de día de Cáritas, dirigido a personas con un importante desarraigo social, acogió a 230 personas en 2015. El perfil medio es un varón de 30 a 50 años de edad sin cargas familiares y sin un núcleo familiar cercano. Un 77% carecía de vínculos familiares. En los últimos cinco años han advertido, según Gustavo Gómez, un cambio sustancial en ese perfil, ya que se ha incrementado mucho la presencia de ciudadanos españoles en ese programa: suponían el 17% en 2009, y el 44% el pasado año. Al mismo tiempo ha descendido el número de ciudadanos del Magreb y latinoamericanos.

Una explicación, según Gómez, es que «las redes familiares aguantan esa situación uno o dos años, pero no seis. No es sostenible». Y muchas familias ya han tirado la toalla. No solo las que proceden de la Península, sino también las ibicencas: «Hace cuatro años era residual el número de ibicencos en esta situación, pero ahora son mayoría porque las familias ya no pueden seguir apoyándoles económicamente».

En el centro Betania impartieron una decena de cursos (castellano para inmigrantes, inglés, lectoescritura, alfabetización) a 265 personas, de las que el 70% eran mujeres.

Por los talleres de formación e inserción laboral A tot drap y Can Pep Xico pasaron 98 personas, de las que el 28% logró encontrar un trabajo. El perfil medio es el de un español de entre 40 y 60 años de edad que realiza habitualmente «trabajos residuales» o que es un parado de larga duración. A todos ellos les entregaron una beca para paliar las dificultades económicas que atraviesan (en total, 72.000 euros).

En sus talleres de orientación y mediación laboral atendieron a 410 personas, a las que incorporaron a su bolsa de empleo y acompañaron en su búsqueda de estabilidad laboral. Consiguieron la reinserción laboral de 41, el 10%. También resaltan que el 65% de los participantes de ese programa sean mujeres: «Eso indica que la dificultad para encontrar trabajo se acrecienta en el caso de ser mujer», advierte la memoria.