Uno de los temas que más preocupó a los ponentes de la conferencia fue el «grave» deterioro que se está produciendo en la isla en la convivencia entre residentes y turistas. «Antes, desde el inicio del turismo, tanto residentes como turistas coincidían, aunque no al cien por cien, en peticiones similares sobre problemas comunes, como la limpieza, la seguridad o las playas cuidadas y accesibles, pero ahora se está viendo que hay un rechazo del residente hacia el turismo, un sentimiento de ocupación del espacio público», analizó Matutes, para quien este problema «no es un asunto ideológico», sino «una realidad que afecta al turismo que hay que resolver». Por este motivo, el empresario abogó por una regularización «inteligente». «No se trata de pasar de ir a misa todos los días a quemar iglesias, pero es un problema que aunque no nos guste, hay que abordarlo».

Una de las causas de este «divorcio social» entre residentes y turistas también viene provocada por el alojamiento de turistas en viviendas residenciales, «que dañan la convivencia», apuntó Nogales. Matutes recordó que en un territorio tan pequeño como es Ibiza estos problemas se acentúan y que en las grandes ciudades los pisos vacacionales están en el centro, pero que en la isla están repartidos por todos lados.