Un total de 126 mujeres renunciaron el pasado año a continuar con el proceso judicial. De ellas, la mitad eran españolas y la otra mitad, extranjeras. Son dos menos que en 2012, si bien la cifra está por encima de los años anteriores.

Una abogada que asiste a estas mujeres relacionó las renuncias con los vínculos que unen a la víctima y el agresor. «En otros ámbitos los conflictos son con alguien con quien no tienes vínculos y se dan menos renuncias, pero en estos hay uno afectivo y otros como los hijos, propiedades a medias», destaca la letrada, que cree que es por eso por lo que muchas mujeres se echan atrás pese a haber denunciado en un primer momento «de susto» o tras encontrarse inmersas en el proceso judicial tras una denuncia de terceros.

También sostuvo que las víctimas de violencia tienen «una percepción distorsionada» de lo que viven, «han normalizado determinadas conductas y no perciben la gravedad». Asimismo, la letrada puso de manifiesto que, pese a lo que se cree, las víctimas no tienen «las de ganar» en todos estos procesos: «Si no tienen una lesión, no tienen las de ganar».

Por su parte, otro abogado relacionó las renuncias de algunas víctimas con un «exceso de penalidad» de la ley, que a su juicio es incluso «inconstitucional». «Lo que era una falta de lesiones ahora es un delito que lleva aparejado una pena de prisión y una orden de alejamiento de dos años como mínimo», indicó el letrado. A su juicio, hay mujeres que, una vez iniciado el proceso, comentan que no quieren que sus parejas o exparejas vayan a la cárcel, y deciden renunciar.