Hoy Gudmundur Gudmundsson, más conocido como Erró, celebra su 80 cumpleaños en Formentera invirtiendo la tradición: esta vez será el artista islandés quien hará los regalos. A las siete de esta tarde en la Sala de Exposición del Ajuntament Vell, este apasionado de la pitiusa menor donará ocho cajas de té confeccionadas durante diez años en una pequeña factoría de las afueras de Pekín, la capital china. El material utilizado es la cerámica esmaltada con imágenes que rinden homenaje a los grandes maestros del cómic y de la pintura. Referencias universales del arte que estarán expuestas junto a los retratos que los alumnos de la Escuela Pública de Sant Ferran y del Mestre Lluís Andreu han realizado por expreso deseo del artista, que admira «la imaginación de los niños».

Tras la donación de 12 piezas de hierro revestidas con cerámica que ya realizó en 2008 y que se exhiben en la Oficina d´Atenció al Ciutadà (OAC), estas obras de inspiración oriental son una nueva muestra del afecto que el artista siente por la isla y por la política medioambiental que se impulsa desde la máxima institución insular: «Me entusiasma que el presidente vele para la conservación de la isla». Y añade que ha diseñado estas piezas para que «no necesiten demasiado cuidado y resistan el calor y la humedad».

Erró descubrió Formentera en 1958 tras un viaje en tren a Valencia y otro a bordo de un avión militar hasta Ibiza. Invitado por el también pintor Philip Martin, el joven Erró desembarcó en la Savina sin ninguna seña de su amigo y relata que «solo preguntando por un extranjero alto al que siempre le iban cortos los pantalones ya supieron indicarme dónde encontrarlo». Desde entonces Erró ha cultivado su amor por la isla y en 1971 decidió construir su actual casa cerca de Cala en Baster, obra del arquitecto Henri Quillé. De dimensiones humildes y líneas redondas, los cubos que componen la vivienda esconden estancias sobrias y acogedoras con techo de vuelta catalana donde el pintor también tiene su taller. En esta estancia ha renunciado completamente a la luz artificial y únicamente trabaja durante unas diez horas al día: «Solo en Formentera, lejos del trasiego de París y sin teléfono, logro obtener la concentración necesaria», explica.

En su taller, Erró se mueve como pez en el agua entre botes de pintura, cientos de obras acabadas o a medio hacer y la ausencia de aparatos eléctricos o informáticos. Es un torbellino de explicaciones y en sus gestos resopla la inconfundible vitalidad de quien no ha perdido la ilusión por lo que hace.

Sumergido en las láminas cuenta que este verano en Formentera ha inventado una nueva técnica de collage, el ink jet, literalmente ´chorro de tinta´, con la que tiene grandes expectativas. Las primeras pruebas apuntan a una nueva vuelta de tuerca a la corriente a la cual el islandés está adscrito, la figuración narrativa. Utilizando colores puros y tintas planas, imágenes mediáticas se revuelven en el lienzo formando temas de interés social. Porque como dice Erró: «Los artistas de hoy debemos dejar en la memoria colectiva las locuras contemporáneas como la guerra, el uso excesivo del petróleo, la política corrupta o la bomba atómica».