­Mario Prins llegó a Formentera en 1957 y falleció veinte años más tarde después de haber consolidado una obra pictórica, repartida en colecciones particulares. La exposición inaugurada ayer en la sala del Consell de Formentera es un homenaje a su trabajo como pintor. La muestra se podrá ver hasta el 26 de mayo y recoge distintas técnicas: pinturas al óleo, acuarelas y carboncillo, que el autor maneja con fluidez para abordar distintas temáticas y estilos. En un primer momento Prins apostó por la figuración y el paisaje para, al final de su carrera, adentrarse en el abstracto con colores más vivos para representar figuras de cuarzo.

Este pintor holandés no fue especialmente sociable con la población local y la relación que mantuvo fue, sobre todo, con los residentes extranjeros, artistas e intelectuales. Su participación en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Indonesia de su país, le marcaron profundamente por lo que llegó a sufrir problemas de salud y traumas psicológicos cuyas huellas traslada a sus obras.

Los cuadros que cuelgan de las paredes de la sala de exposiciones se reparten entre los óleos en donde los colores ocres dominan, una colección de delicados retratos, sus abstractos y paisajes.