La cuarta edición de Sueños de Libertad será siempre la de la vuelta de los Wailers en el 40 aniversario del mítico concierto de Bob Marley en la plaza de toros de Vila. Eso en lo simbólico, porque en losmusical ha habido algunas propuestas de excepcional calidad, como Shawn James o Fantastic Negrito, sin olvidar a la nómina de estrellas: Juanito Makandé, Buika, El Kanka, Loquillo o los cubanos Orishas, y a otros como a Guadalupe Plata o Iseo & Dodosound.

El festival ha tenido casi 7.000 espectadores entre sus tres jornadas, con aforo completo de mil el primer día y casi 3.000 en los dos siguientes. La novedad ha sido la migración a Vila, con la primera jornada en el baluarte de Santa Llúcia y las otras dos en la explanada del muelle comercial del puerto, con dos escenarios para evitar esperas entre concierto y concierto en unos horarios que se cumplieron a rajatabla.

Jueves 17 de mayoLa magia del baluarte y el orgasmo del alma

El baluarte de Santa Llúcia es terreno abonado para los momentos mágicos y Shawn James lo aprovechó. La versión del 'Ain't no sunshine' de Bill Withers con ese vozarrón, el sol tiñendo aún de rojo el horizonte y todas las luces de Dalt Vila y el puerto encendidas ya está en el Olimpo de lo irrepetible. James abrió el festival entre Santero y los Muchachos y Juanito Makandé. Los encargados de cortar la cinta fueron los valencianos, que se ocuparon de poner buen rock fronterizo al atardecer.

Shawn James era uno de los nombres más esperados y no defraudó. El de Arkansas ofreció un concierto con blues, rock, soul, folk y hasta hard rock acústico de muchas calorías. Mostró sabiduría y poderío vocal sin desfallecer.

El espectáculo lo puso el violinista hawaiano Sage Cornelius, por el intenso sonido de su instrumento y por su expresividad. Sobre todo cuando se quitó el sombrero y dejó su larguísima melena al arbitrio del aire húmedo que subía desde el puerto.

Pero el más esperado era Juanito Makandé, que volvió a mostrar que el garrapateo tiene más que tirón en Ibiza. Y eso que el gaditano y su grupo se situaron al fondo del escenario, un poco lejos del público. Fue comenzar a cantar y todo el baluarte, que estaba ya a reventar, a seguirle el paso, con cientos de manos girando en la noche. Makandé desgranó éxitos, como ese 'Kamikaze' «más de follar que de pelear» y perlas de filosofía popular: «Como decía mi madre, el mejor barco es siempre el del amigo».

Uno de los momentazos fue cuando invitó a subir al escenario al joven guitarrista ibicenco Omar Alcaide, «la cantera», según Makandé, que dejó ecos de buen flamenco. En la despedida rubricó la frase que definía la noche. «Ha sido un orgasmo para el alma». Aunque el público quería más, no hubo bises. Habían dado las 12 y el baluarte estaba a punto de convertirse en una enorme calabaza.

Viernes 18 de mayoEntre la intensidad de Buika y la chulería de Loquillo

Buika y Loquillo fueron las estrellas de la noche del viernes con permiso de El Kanka, que está rompiendo el techo de cristal de la fama a base de buenas vibraciones. La jornada empezó con Los Bengala tocando ante una buena extensión de cemento del muelle bañada por el sol, que se estrenó como escenario amplio y con vistas a Dalt Vila. Ya con Él mató a un policía motorizado la cosa cambió, porque su presencia en el cartel había despertado a toda la comunidad argentina de Ibiza, que se volcó con ellos.

Buika aún subió al escenario con luz de tarde, gafas oscuras y cazadora de cuero para desplegar esa elegancia intensa con la que canta, baila, ríe, habla y hasta toca un instrumento invisible e imposible. ¿Tango, bolero, flamenco, reggae, bugalú, jazz, funk, rock, hip hop, yo-qué sé?. Da igual, ella lo recoge y lo tritura todo y va construyendo el concierto sobre la marcha, pidiendo a los músicos la canción que le apetece en cada momento.

El Kanka empezó frío, pero no con la música, sino por la noche recién caída: «En un rato igual hasta me quito la sudadera, que llevo debajo mi camisa preferida y no puedo lucirla». A un cuarto de concierto ya se había calentado, gracias al aliento de un público muy cariñoso con el malagueño, y ya lucía su camisa azul estampada. El músico agradeció todo ese amor recibido con su buen rollo, de la ternura de 'Sí se puede', su último himno de autoayuda, al pogo aflamencado de 'A desobedecer'.

Loquillo es el tipo que mejor conoce el oficio de estrella del rock and roll. Se entrega sin concesiones, canta y hace cantar al público, pone la pose chulesca cuando el guion lo exige y da protagonismo a la banda cuando lo precisa. Pero claro, cuando se tiene la mochila cargada de himnos se puede empezar con 'Rock and roll actitud' para marcar el sendero y luego soltar 'Quiero un camión', 'Rock and roll Star', 'Feo fuerte y formal', 'El hombre de negro', 'El rompeolas' o 'Cruzando el paraíso'? así del tirón, y bajar a darse un garbeo entre la masa con 'Carne para Linda' y guardarse dos balas de plata para el final: 'Cadillac solitario', coreada hasta por los marineros de los barcos que pasaban por el puerto y 'Las calles de Madrid'.

Y para terminar subieron Iseo & Dodosound entre ese runrún que suele preceder a los grupos a los que se conoce poco pero de los que se espera mucho. Y pese a la tendencia de la cantante a dar la chapa no solo entre canciones si no en medio de ellas, los navarros, con la voz y el carisma de Iseo, el dub envolvente y bailongo de la sala de máquinas de Dodosound y una cuidada sección de vientos, pusieron a bailar a los más festivaleros.

Sábado 19 de mayoLa gran noche caribeña

Cuando Al Anderson aterrizó por primera vez en Ibiza como miembro de la banda de Bob Marley, en junio de 1978, tenía solo 24 años. El domingo, con 64 y con la guitarra aún colgada del hombro al frente de The Original Wailers, cerró la cuarta edición de Sueños de Libertad, atando el cabo suelto de la nostalgia por el león jamaicano 40 años después de su concierto en la plaza de toros de Vila. Una noche en la que Sueños de Libertad bailó hasta el final y convirtió el muelle comercial del puerto, por un momento, en el malecón de La Habana, con Dalt Vila de fondo.

La música empezó a sonar pronto, los grupos locales Quin Delibat!, Morning Drivers, Ryser, Dr. Trapero y Billy Flamingos, sirvieron el aperitivo al mediodía en el paseo de Vara de Rey, entre los supervivientes del festival de la noche anterior y los curiosos.

Ya por la tarde, Sweet Barrio precedieron a Carmen Boza, que ofreció un concierto para escuchar. El mismo Baron Wolman, mítico fotógrafo de Woodstock, lo atestiguaba observando plácidamente desde una silla junto al escenario.

Y aquí se abrió la pista de baile. Fantastic Negrito es un puto crack (no sé si me expreso con la suficiente claridad). Un tipo elástico, con una voz elástica, que comanda una apisonadora, que puede ser Marvin Gaye o Led Zeppelin sin salirse de la misma canción.

Comentarios oídos a los espectadores sobre Vurro: 1: «Es el más auténtico». 2: «Esto es un chiste». No hay un término medio entre autenticidad y burla, pero si se pasa por encima que es un fideo que toca los teclados y la batería a la vez y que se cubre con una cabeza de vaca con la que va corneando los platillos... ahí hay rock and roll del bueno.

Orishas salieron en tromba con 'Represent, Cuba'. Con el tiempohan ido limando el rollo de hip hop urbano y sabrosón para decantarse por lo segundo y, por momentos, ofrecen toneladas de azúcar. Pero cuando las venas estaban a punto de colapsar se marcaron un rumbeo loco al son de 'Seven Nation Army' y otra vez a saltar. Lo curioso es que es posible criticarles sin dejar de mover la cadera y es que los cubanos habían venido a «dejarse el corazón en la tarima» y a disfrutar de esta isla «gourmet». Tremenda banda.

Guadalupe Plata hizo de paréntesis con su rock pantanoso y distorsionado entre los dos caribeños, con sus tres componentes envueltos en nubes de humo que parecían llegar desde el mismo infierno.

Y para la clausura todos los fotógrafos se apelotonaban en un punto del escenario principal. Por allí salió Al Anderson, cuatro décadas después, al frente de unos The Original Wailers con un solo jamaicano. Tocaron lo más granado del legado Marley, alargando las canciones para dejar cantar al público. El portorriqueño Chet Samuel es un cantante con flow y los músicos son más que competentes, y todo el mundo coreaba hasta desgañitarse 'No Woman No Cry'? pero faltaba algo. Ah sí, faltaba Marley.