No hay nada más desagradable que unas cortinas que se lleven por delante toda la suciedad cuando estamos barriendo. Comprar estos textiles a veces es como una lotería. Cuando acudes a la tienda en busca del modelo perfecto probablemente se te pase una cuestión imprescindible para encajarlas en las ventanas: sus medidas.

Una vez en casa, emocionado por haber dado un paso más en la creación de nuestra estancia ideal, sacas del paquete los largos textiles que vestirán tus ventanas y crearán una capa translúcida entre la realidad exterior y el confort de un hogar.

Las sacas de su embalaje, las extiendes sobre la cama y te aseguras de meterlas como corresponde en la barra que ya te has molestado en colocar sobre la ventana de la manera más precisa posible. Si no ha habido un fallo de cálculo, habrás conseguido esquivar las inclinaciones y tus cortinas caerán a la par, sin dar lugar a cualquier desnivel.