Después de dos años de pandemia, regresa la tradición religiosa. «Después de tanto tiempo nos sentimos un poco desubicados», contaba María Antonia Serra, la nueva presidenta de la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, poco antes de empezar la misa en la catedral. Raimundo Jiménez, uno de los cofrades, decía que después de tres años tenía «ganas» de vestirse con la túnica y el capirote blancos y la capa azul celeste para cargar en andas el trono de la Virgen, que ayer estrenaron: «Al anterior se le deshacía ya la madera».