Paramilitares de la Guardia Revolucionaria llevan días patrullando las calles para sofocar cualquier atisbo de recuerdo a Mahsa Amini. Hasta su padre, según denuncia una ong, ha sido detenido preventivamente y la vivienda familiar está bajo vigilancia. Con todo, algunas ciudades, sobre todo del Kurdistán iraní, han secundado la huelga general en memoria de la joven cuya muerte por una paliza de la policía de la moral desencadenó la llamada Primavera Persa o la Revolución de los Velos. Aquella oleada de protestas, con gestos de rebeldía por parte de jóvenes contra los códigos morales y ausencia de libertades, recibió sin embargo una dura respuesta, a base de sangre y fuego. La represión dejó más de 500 muertos y unos 20.000 detenidos. De nada sirvieron las condenas, sanciones o muestras de solidaridad internacional. Un año después, parece que han pesado más los intereses geopolíticos en la región en favor de la continuidad del régimen. Teherán es un valioso aliado de Rusia y además ha iniciado un acercamiento a su histórico enemigo: Arabia Saudí. Los clérigos ganaron el pulso en las calles, aunque muchos iraníes no olvidan.