Cooperación

Ir a Kenia a hacer un voluntariado y huir de una supuesta red de trata de blancas en menos de 24 horas: la historia de Iris

Iris, una joven de Girona, viajó en septiembre a Nairobi para cooperar durante casi un mes con un orfanato de niños de Nairobi de la fundación Fountain Of Grace

Durante la jornada que pasó allí, no paró de ver detalles que rechinaban, hasta que un 'policía' sin placa le pidió su pasaporte y ella escapó

Iris abraza a la abuela que se hace cargo de los niños del centro de la Fundación Fountain Of Grace en Nairobi.

Iris abraza a la abuela que se hace cargo de los niños del centro de la Fundación Fountain Of Grace en Nairobi. / CEDIDA A EPE

Ana Ayuso

Iris es una joven de Girona de 26 años. En agosto de 2022, entró a TikTok y se encontró con el vídeo de Valentina, una chica argentina más o menos de su edad que había viajado sola a Kenia para hacer un voluntariado con niños de Nairobi. Lo había hecho con la ayuda de una fundación local, Fountain Of Grace. Iris buscó entonces más información sobre esa organización y, desde muy pronto, comenzó a hablar con la responsable de atender a los voluntarios y coordinadora del Centro de Rescate Fountain of Grace en Kenia, L.R., que aparecía en alguno de los vídeos de Valentina.

En ese momento, la joven catalana no se veía preparada para viajar sola hasta Nairobi para ayudar a los niños, por lo que su contribución con la fundación se basó durante meses en enviar donaciones para que los niños estuviesen bien atendidos. "Hacía muchos años que yo quería ir a África, pero me da un poco de respeto, porque tengo muchos amigos africanos que me decían que no fuese nunca sola. Pero a mí esta chica -L.R., con la que se comunicaba en inglés- me daba buena impresión y la gente que había ido estaba bien, no había tenido problemas", relata Iris, que también se puso en contacto con otros españoles que habían acudido al voluntariado de Fountain Of Grace para conocer sus experiencias.

Cuando pasó un año desde que conoció la fundación, en agosto de este año, decidió que era el momento de que ella emprendiese el mismo viaje que ya habían realizado los voluntarios con los que había hablado. Compró los billetes para aterrizar allí en septiembre. Durante un mes, recolectó todo tipo de objetos que pudiesen servirles a los niños y los empaquetó en tres maletas de 25 kilos llenas de ropa, juguetes y material escolar que luego facturaría.

Iris prepara antes de su viaje a Kenia las maletas con donaciones que llevaría a la fundación Fountain Of Grace.

Iris prepara antes de su viaje a Kenia las maletas con donaciones que llevaría a la fundación Fountain Of Grace. / CEDIDA A EPE

Desde la fundación le insistían en que no tenían mucho acceso a la informática y le pedía móviles, ordenadores y otros dispositivos electrónicos, pero "con eso no les podía ayudar", dice la joven en una entrevista telefónica con El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. Ella hizo todo lo posible por inundar el orfanato de la fundación con todo lo que pudiese servirles a los pequeños: "En la escuela en la que trabaja mi hermana habían hecho una reforma y queríamos mandar a Kenia un contenedor con todo el material escolar antiguo para que lo utilizasen los niños. Lo único que me faltaba era estar allí para firmar unos papeles. Al final, no hicimos nada". 

El vuelo

El viaje a Kenia no fue difícil para ella. Era consciente de que estaba cumpliendo "un sueño", pero aun así seguía "nerviosa". El 11 de septiembre, tras cambiar de avión en Ámsterdam, puso rumbo a Nairobi. "Después de hacer escala, me puse muy nerviosa y me fui hacia el final del avión. Vino un señor que se sentó más cerca de mí, que me tranquilizó diciendo que el país era bueno y que no me preocupase, que no iba a pasarme nada, que él no me dejaría sola hasta que viniesen a buscarme. Yo tenía miedo de que no viniesen a por mí"

Y así sucedió. Al aterrizar, dos horas más tarde de lo previsto, según confirma L.R., el hombre que la apoyó en el vuelo, la acompañó a por unas maletas que se habían perdido, por lo que pusieron una reclamación. "Estuvimos unos 50 minutos y, cuando salí del aeropuerto, la gente de la fundación no estaba [esperándome] y mi línea de teléfono no funcionaba allí. Ese señor me ayudó a ponerme en contacto con otras personas de la fundación y me dio la sensación de que se conocían. Me dijo: 'Ahora vengo'. Y se fue a buscar a gente y vino con los de la fundación", rememora esta joven gerundense.

Imagen de la terminal de llegadas del aeropuerto de Nairobi cuando Iris aterrizó.

Imagen de la terminal de llegadas del aeropuerto de Nairobi cuando Iris aterrizó. / CEDIDA A EPE

Finalmente, Iris se marchó con L.R. y con otro chico que la acompañaba, que según ha explicado la propia coordinadora a este periódico, era su "esposo". "Perdimos contacto con ella y la encontramos llorando. Curiosamente, fue otro extranjero quien se comunicó con nosotros, alertándonos de que teníamos una voluntaria que se había perdido", sostiene L.R., que afirma además que "era realmente tarde y no era seguro para nosotros ir al centro ese día".

La noche en Nairobi

Como ya era muy tarde, L.R. decidió que era el momento de ir a la casa de su marido "para dormir allí y así poder ir al centro por la mañana". A Iris la casa le "marcó", porque "era justo lo contrario de lo que yo esperaba". "Yo iba a un orfanato, donde eran muy pobres y no tenían para comer, y me planté en una casa muy lujosa, con una televisión muy grande, altavoces y auriculares de Apple, relojes... Son detalles en los que yo me fijé y que me hicieron pensar que tampoco estaban tan mal", recuerda la joven, a la que se le ha quedado grabado el olor "a rancio y a humedad de varios días" de ese hogar.

"Me encerraron en una habitación totalmente africana, con la tela antimosquitos, con una cama precaria... pero el resto de la casa era diferente. En el salón había sofás guais, no rollo bancos, como yo me esperaba. Me dijeron que nos íbamos a quedar allí hasta que resolviésemos el tema de las maletas", dice Iris. L.R. y su esposo, que no superan los 30 años, durmieron en la sala de estar.

El hombre habló con Iris y le invitó a estar cómoda y a que utilizase su Wifi. "Hablamos a través del traductor. Me dijo que estuviese tranquila, porque L.R. sólo quería solucionar el tema de las maletas, ya que quedaba feo que un voluntario llegase sin nada", señala. Entonces, tal y como indica L.R., "Iris nos contó que su abuelo estaba enfermo y que debía volver a su casa en España. Para nosotros fue un shock, puesto que acababa de llegar".

La única visita a un orfanato

L.R. insistió en que se acercasen al centro antes de ir al aeropuerto para conocer a la abuela/madre del orfanato, en el que normalmente cuidan "a 25 niños de la calle y 200 niños de nuestra comunidad". "Por la mañana, nos dijo a mi esposo y a mí que quería regresar a España", recalca la coordinadora del centro de Fountain Of Grace en Nairobi.

Iris había dado "bastante dinero a la fundación" y había pagado 200 euros -le pedían 160 euros- para sus gastos de comida y trámites entre el 11 de septiembre y el 3 de octubre, que era cuando estaba programada su vuelta a España. Ya en el coche, "L.R. me cogió el teléfono y me dijo que no hablase con nadie, que todo el mundo me podía engañar y que ella era la única en la que podía confiar. Mi móvil estaba desbloqueado y yo vi cómo borraba los teléfonos de las personas con las que yo podía contactar: un taxista de Kenia, el chico de la casa y el que me ayudó en el avión", destaca la joven catalana.

"Me dijo que teníamos que ir al orfanato para ver a la abuela, que tenía un mensaje para mí. No me dijo absolutamente nada, me enseñó el patio, en el que sólo había un niño pequeño asustado y ella me abrazó muy fuerte. Fue un abrazo que se me quedó, me tocaba mucho la nuca, me estiraba el pelo y me apretaba de una manera que no la vi normal. Sólo estuve cinco o diez minutos en la casa", dice.

Huida de la supuesta red de trata

Finalmente, L.R. e Iris regresaron al aeropuerto. La coordinadora de Fountain Of Grace en Nairobi llevó a la joven catalana a "unas casetas blancas", en las que le pidieron el pasaporte y le quitaron el dinero, según refleja ella misma. "Esas casetas blancas se encontraban detrás del aeropuerto, que es pequeñito. Eran como unas barracas y estaban a unos 50 o 100 metros" de la entrada.

Según explica, L.R. le aseguró que esas casetas representaban los puestos de la Policía, pero "no había nadie con placa, nadie se identificó y ni siquiera había ningún letrero en el que se leyese Policesólo uno en el que ponía Free corruption", replica. Iris evoca que un hombre más mayor que ella le indicó que "tenía que dejar allí el dinero y el pasaporte, porque no podía estar en esa zona con mi documentación".

"Nos pusimos muy nerviosos. Él me chillaba y yo entiendo el inglés, pero hasta cierto punto. Mi cabeza me dijo que algo estaba pasando, así que cogí el pasaporte y me fui corriendo hasta llegar a la puerta del aeropuerto. L.R. y el hombre que nos llevó hasta ahí salieron detrás de mí y él gritó en su idioma. Lo único que yo entendí era que me recriminaba que no estuviese colaborando con ellos", señala, todavía conmocionada. Por su parte, la coordinadora del centro de Fountain Of Grace en Nairobi asevera que "ella quería su equipaje, pero nos dijeron que para verificar si había llegado, el personal del aeropuerto necesitaba su pasaporte", algo a lo que Iris "se negó y el personal rechazó dejarla entrar".

Al acceder al aeropuerto, buscó la ayuda de alguien del personal y se encontró con un trabajador al que le dijo, a través del traductor del móvil, que necesitaba ayuda porque creía que la estaban engañando. "En ese momento, me dejaron entrar y perdí de vista a todo el mundo. Ese empleado me acompaña al lugar donde se encontraba una mujer que trabajaba para Servicios Sociales. Yo le expliqué lo que me había pasado, me pidió la documentación".

El hombre que la atendió le aconsejó que lo mejor que podía hacer era abandonar Kenia y volverse a su país, porque "esa gente no quería el bien para mí, sino que querían meterme en una red de trata de blancas". "Me dijo que lo dejarían todo allí anotado y que harían su trabajo desde allí y me explicó que, como iban a llamar a la embajada, yo haría desde España mi parte del trabajo", declara. L.R. insiste en que fue ella quien habló "con un oficial que la ayudó a ir a revisar el equipaje y así fue como Iris se marchó". La Embajada de España en Nairobi no ha respondido a la petición de información de este periódico.

Donaciones de Iris al centro Fountain Of Grace de Nairobi.

Donaciones de Iris al centro Fountain Of Grace de Nairobi. / CEDIDA A EPE

Esos dos trabajadores le trasladaron a Iris que la fundación Fountain Of Grace "no constaba en ningún lado y que los niños no se habían documentado, por lo que podrían haber sido niños robados". Iris tenía ya una tarjeta SIM africana, a través de la cual una de sus amigas le hizo llegar su billete de vuelta a España.

"Yo fui sola y me preparé mis papeles, no fui con una ONG. Estamos intentando solucionar el problema de los niños con ONG que están allí, en Kenia", dice completamente convencida. Las tres maletas con donaciones que se habían perdido llegaron al orfanato de Nairobi 24 horas después. Pero, para entonces, Iris ya había vuelto a España.