Exoposición

De mujeres ferroviarias a tejedoras en huelga: la memoria histórica femenina se abre paso

Las investigaciones sobre memoria histórica protagonizadas por mujeres siguen ganando protagonismo

La memoria histórica de la mujer se abre paso

José Luis Roca

Juan José Fernández

“Instigadora”, “obscena”, “furibunda izquierdista”, “incorregible”... Los calificativos que en 1938 y 1939 podían llevar a una española ante el pelotón de fusilamiento salen de las bocas de Gema y Mónica del Rey, gemelas, artistas y madres del proyecto Art al Quadrat.

En Valencia se les ocurrió extraer palabras acusatorias de los informes que alimentaban los consejos de guerra para las vencidas de la contienda civil. Con el torso desnudo y decorado con esos términos, “enemiga”, “peligrosa”, “instigadora”... declaman el destilado de chivatazos en una de sus creaciones artísticas ligadas a la memoria histórica de las mujeres. La última vez ha sido en el Museo Thyssen de Madrid, la misma ciudad a la que Art al Quadrat ha llevado también su exposición “Yo Soy. Memoria de las Rapadas”, que ha recorrido mucha geografía -salvo Cataluña, donde sus intentos han sido hasta ahora vanos- conmemorando a las republicanas que las tropas franquistas convirtieron en pelonas y purgaron con aceite de ricino.

Las iniciativas de Art al Quadrat forman parte de una cada vez más nutrida corriente de investigación en la memoria histórica protagonizada por mujeres. Un total de 115 proyectos en marcha de universidades, fundaciones y asociaciones tienen el reconocimiento de la secretaría de Estado de Memoria Democrática en la forma más reseñable: la subvención; pequeña, de no más de 10.000 euros, pero palpable. De esas incursiones con apoyo estatal concedido en 2022, 17 tienen a las mujeres como objetivo.

Entre esos estudios con ayuda estatal solicitada en 2022, los hay en marcha sobre las mujeres soldado del Ejército Popular de la República, o también sobre la aportación femenina en el impulso democrático de la Transición. Entre 52 proyectos pendientes de subvención este año, pero también en marcha, funciona uno sobre localización de lugares de memoria de las mujeres, o incluso otro de la universidad CEU sobre la represión específica a las mujeres en el Madrid de la Guerra Civil.

Hay además una pléyade de otras iniciativas veteranas, como la que en Barcelona recopila y fija con imágenes y voces las vivencias de la prisión femenina de Les Corts, o como los paseos por escenarios de la lucha democrática que, con óptica feminista, montan en Madrid las expertas del colectivo Herstóricas.

“La Ley de Memoria Democrática es una ley feminista -opina el secretario de Estado de Memoria, Fernando Martínez-. Brinda atención especial al papel singular de las españolas en la conquista de la Democracia y de las libertades en nuestra historia contemporánea”. Se refiere Martínez a que "las mujeres sufrieron humillaciones, violaciones, persecución, violencia o castigos por su actividad política, pero también por el mero hecho de ser mujeres o por haber sido madres, compañeras o hijas de perseguidos, represaliados o asesinados".

Dicen las hermanas de Art al Quadrat que volver a hacer sonar aquellas acusaciones es “un ejercicio de empatía, sororidad y psicomagia”. Declamando viejos sumarios, reviven los nombres de las reas: Elodia Palos, Francisca Puig, Dolores Amiguet… De que no se borren los nombres va todo esto.

Cuestión de respeto

Cuando las tejedoras de la fábrica de sujetadores Confecciones ORY de Burgos decidieron ir a la huelga, no fue solo por el bajo salario y los horarios abusivos. Querían además que el jefe dejara de llamarlas “chiquilla”.

El paro se prolongó tres meses en 1976, coleando la dictadura. Casi medio siglo después, viejas compañeras de máquina de coser se conjuraron para que no se perdiera la memoria de aquello. Y María Ángeles González, una de aquellas trabajadoras, comenzó a recoger testimonios para un libro, ‘Una lucha de mujeres’, editado por el Ayuntamiento de Burgos.

Aquella movilización en ORY, con una de las primeras asambleas de mujeres obreras de la Transición, es parte de los nuevos rescates de historia femenina. Lo ha emprendido la Fundación Jesús Pereda, una de las que en CCOO se dedican a tareas de Memoria.

“Las luchas de las mujeres son una parte soslayada de la historiografía”, opina Ana Peña, archivera de la fundación. Ahora se trata de “equilibrar”, explica esta investigadora, inmersa en una carrera contra el tiempo, pues poco a poco van muriendo las protagonistas.

Dos fotos del archivo de CCOO sobre la lucha obrera femenina en Castilla y León en los 70.

Dos fotos del archivo de CCOO sobre la lucha obrera femenina en Castilla y León en los 70. / ARCHIVO FUNDACIÓN JESÚS PEREDA

El proyecto de la fundación, como los de otros entes de Comisiones Obreras que van mirando a su historia femenina, no es sencillo: “El franquismo quiso devolverlas a las casas, convertir en ‘ángel del hogar’ a la mujer que había accedido al mercado laboral en la República. De ahí la institución de la dote que concedía el Estado, que incentivaba a las que dejaban el trabajo para casarse”, recuerda Peña.

Por eso rebusca a veces en archivos que son páramos, pues el sindicalismo clandestino de la época en Castilla y León está lleno de hombres, mineros, operarios de fábricas de automoción y nudos ferroviarios, y las luchas laborales de las mujeres eran tratadas por el franquismo -y también por sus propios compañeros- con paternalismo.

“Los sindicatos -apunta Peña- estaban muy masculinizados”, hasta el punto de eclipsar las cuitas de las trabajadoras. En el fondo, aquellas huelguistas de Burgos pedían respeto.

Separadas del tren

Adela Trilles Salvador, de 31 años, taquillera en la estación de tren de Tortosa, la despidieron por haber sido “persona de ideas extremistas, anticatólica, afiliada al Sindicato Nacional Ferroviario, al Partido Socialista Unificado y a la organización separatista ‘La dona a la retaguardia’”.

La descripción está contenida en la Propuesta de Separación Definitiva (del empleo) que el 11 de julio de 1941 emitió la recién creada Renfe. Y se incluyó en las Diligencias de Depuración 62/4181, que fueron elevadas a “Marcote”. Así firmaba el por entonces Delegado de Depuración del sistema ferroviario.

La roja Trilles se libró del paredón cuando le conmutaron la pena de muerte por otra de reclusión, pero la metieron en uno de los 93.711 expedientes que el franquismo abrió a la plantilla de las compañías ferroviarias tras ganar la Guerra Civil. Por juicios particulares y ante tribunales de empresa pasaron todos los empleados; también ellas: 4.479. De estas, 779 fueron “separadas” como la tarraconense.

Informes Adela Trilles.

Informes Adela Trilles. / FUNDACIÓN FERROCARRILES ESPAÑOLES

Los expedientes se conservan bien, con sus resoluciones e informes de conducta redactados por alcaldes, mandos de Falange, párrocos y jefes de puesto de la Guardia Civil; una montaña documental que explora la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE). Tras una primera fase de identificación -iniciada en 2004-, la Fundación pone ahora un foco cualitativo en la represión específica a las mujeres. La pasada semana ha llevado una ponencia al IX Congreso de Historia Ferroviaria, celebrado en Mataró por cumplirse 175 años de la primera línea peninsular de tren, entre Barcelona y esa ciudad del Maresme.

A la cocina

A las ferroviarias les caía encima el doble castigo de la dictadura “por su género y por ser trabajadoras”, recuerda Miguel Muñoz, historiador y director del Archivo Histórico Ferroviario. Y una tercera imputación, además, por la tendencia de maridos e hijos a hacerse de izquierdas. “El régimen las consideraba responsables de la moralidad de los hijos”, añade Muñoz.

Se aplicó a aquellas mujeres el principio general que impregnaba la Ley de Responsabilidades Políticas del “primer año triunfal”: el deber de demostrar que no había apoyado a la República ni por acción ni por omisión. En los juicios que se montaban en cada empresa, el proceso empezaba con un exhaustivo cuestionario. “Tenían que contestar hasta qué hicieron el 18 de julio de 1936, hora por hora”, apunta el historiador.

Aquella represión llovió sobre un contingente de guardesas de cruces de tren, limpiadoras de estaciones y oficinistas, muchedumbre sometida después al principio nacionalcatólico de que no hay mejor trabajo para la mujer que la cocina y el cuidado de los hijos.

Los primeros votos

Estas nuevas líneas de investigación son tres de las que tratan de fijar el recuerdo de aquella violencia política de género de la dictadura.

Las gemelas Del Rey envuelven su exposición de las rapadas para llevársela a la Bienal Sur, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile, su próximo destino, en la misma semana en que, en Valladolid, prepara Ana Peña citas para grabar en vídeo a veteranas sindicalistas de la clandestinidad, y mientras en Mataró aportaba Miguel Muñoz estadísticas de depuración de guardagujas empobrecidas.

Pero no todo es actividad en el flanco de la Memoria femenina y feminista. El pasado 11 de septiembre, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica pidió al Ayuntamiento de Madrid la cesión de un espacio público para un acto de conmemoración. Es que el 19 de noviembre próximo se cumplen 90 años de los primeros comicios en los que pudieron votar las españolas. Pasado mes y medio, el consistorio sigue sin contestar.

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