Irantzu Bartolomé (Barakaldo, 1973), que el pasado jueves junto a Miguel San Miguel puso la nota musical a la gala de entrega de los Premis Diario de Ibiza, lleva treinta años en el mundo del canto. Como ella misma relata, es algo que forma parte de sus «raíces» y que lleva en la sangre. «Vengo de un sitio donde la gente canta en la calle. Los coros son muy típicos en el País Vasco», explica. Además, viene de «familia de músicos y compositores» y su voz es «herencia» de su madre. «He mamado la música desde niña. Mi madre tenía una voz maravillosa y siempre nos cantaba en casa acompañada de una guitarra», recuerda.

Miguel San Miguel e Irantzu Bartolomé. | J.A. RIERA

La soprano, que obtuvo el Grado Medio de piano y el superior de canto en el Conservatorio Superior de San Sebastián, también se formó en el Conservatorio de Viena y realizó clases magistrales con figuras de la talla de Alfredo Kraus, del que recuerda especialmente una frase: «Para aprender a cantar lo último que hay que tener es voz». Bartolomé, que compagina su carrera como soprano con la de profesora de canto, comparte con el reconocido tenor esta opinión. Lo importante para ella «es tener, sobre todo, buen oído, mucha constancia y sensibilidad a la hora de aprender».

«Para cantar lo último que hay que tener es voz, hace falta buen oído, constancia y sensibilidad»

Tras finalizar su formación, durante cerca de diez años Irantzu Bartolomé se dedicó solo a cantar y cuando cumplió 35 empezó a compaginarlo con la docencia. «Para mí es muy importante que el profesor se mantenga en activo y que siga dando conciertos porque eso enriquece mucho al alumnado», recalca.

En la actualidad, la soprano vasca, además de seguir cantando, es profesora en las escuelas de música del Patronato de Música de Ibiza y del Consell de Formentera. «Estoy feliz en estos centros porque han sabido valorar mi trabajo como docente de canto», comenta. Da clases también de técnica vocal al Cor Ciutat d’Ibiza, incluido a su director, Miguel San Miguel, con el que actuó el pasado jueves. Solo tiene palabras de halago para él. «Es un gran alumno sobre todo porque ama lo que hace y porque estudia, algo muy importante en el canto», señala después de resaltar que tanto él como Eva Martínez son «dos grandes profesionales de la música» que le han ayudado mucho desde que empezó a abrirse paso profesionalmente en Ibiza, donde se instaló de forma permanente en 2013. A la isla, Irantzu Bartolomé llegó por amor, como dice ella bromeando, «por culpa» de su pareja, que es ibicenca.

«A veces se olvida que los cantantes somos humanos y que podemos tener un mal día»

Se nota que Ibiza le ha conquistado, igual que es evidente la pasión que siente por su trabajo esta soprano a la que también le hubiera gustado ser periodista especializada en música clásica, un género que ama con locura.

Cuando se le pregunta por lo más complicado de su profesión, Bartolomé tiene clara la respuesta: «Lo más difícil es que se reconozca todo el trabajo que ha habido durante años por detrás para llegar donde uno está».

Bartolomé asegura que el canto «no es el cuento de hadas» que le vendieron cuando estudiaba. El camino, reconoce, «ha sido muy duro»: «Los cantantes profesionales nos pasamos muchas horas audicionando para los teatros y no siempre te cogen y los sueños se van desvaneciendo, y cuando te seleccionan para alguna producción hay que pasarse muchos días fuera de casa y con mucha presión. A veces se olvida que los cantantes somos humanos y que podemos tener un mal día y que nos salga un gallo». La profesión de Bartolomé, continúa, «es muy bonita y reconfortante, pero conlleva muchas horas de estudio y de sacrificio, que a veces no se ven bien recompensadas», por eso, resalta, «hay que amar mucho este trabajo para dedicarse a él». En su caso, pasión no le falta, ni tampoco sueños: «Si me tocara la lotería montaría una escuela de alto rendimiento de canto en Ibiza».