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«La ganadería está en grave peligro de extinción en Ibiza y Formentera»

La Federació de Races Autòctones alerta de la crítica situación en que se encuentra sobre todo la oveja ibicenca y pide «compromiso» a las administraciones

Evaluación de animales de razas autóctonas, ayer en la finca de Can Musón. | FEPIRA

«La ganadería está en grave peligro de extinción en Ibiza y Formentera. En las Pitiusas quedan alrededor de 250 cabezas de cabra pitiusa y unos 200 ejemplares de oveja eivissenca. Para salir de esta situación deberíamos tener alrededor de 10.000 cabezas de cada raza autóctona. Es un sueño al que no podemos, ni queremos renunciar. Año tras año, en el Consell de Ibiza tramitan la baja de explotaciones ganaderas. Necesitamos del compromiso de administraciones, de los consumidores y de todos», aseguró ayer Xavier Prats, presidente de la Federació de Races Autòctones d’Eivissa i Formentera, Fepira.

Por la mañana, la veterinaria de Fepira, Neus Costa, junto con los verterinarios/técnicos del Servei de Millora Agrària i Pesquera (Semilla) Águeda Pons y José Manuel Alanzor; Maria Marí, propietaria de la explotación ganadera de Can Musón; y Xavier Prats, presidente de Fepira, estuvieron trabajando para actualizar el libro genealógico de la oveja y de la cabra de esta explotación ganadera, comprobando los ejemplares que ya están inscritos y dando de alta a los que no están registrados.

Para inscribirlos dentro del libro de raza se les realiza una evaluación morfológica del animal y posteriormente, se les extrae sangre que es analizada en el laboratorio genético donde se confirma si pertenecen a la raza autóctona. «Para la evaluación morfológica -señaló Neus Costa- , les miramos desde la cabeza hasta las pezuñas. La forma de la cabeza, el cuello, las mamas, como colocan las patas. De las ovejas, las características más especiales, es que tienen mucha cantidad de lana pero más lisa, poseen una coloración variada y, son grandes y corpulentas».

«Todas las razas de Balears están en peligro de extinción, excepto el ca eivissenc. Cuando empezamos a recuperar la oveja solo había dos o tres machos, con un grave peligro de consanguinidad. Gracias a estos programas de conservación estamos intentando evitarla. Trabajamos con líneas diferentes para crear líneas de cría con salud y vigorosas. Tenemos estudios genéticos de todas las islas, del resto de España y de Europa, en los que se demuestra que la raza más distante de todas las otras, es la oveja ibicenca, debido al aislamiento de la isla», ha señalado Agueda Pons, responsable de los programas de apoyo de conservación de razas autóctonas en Semilla.

El presidente de Fepira afirmó que la raza que más le preocupa es la oveja. Por un lado, los carniceros no acaban de valorarla por la morfología propia del animal, es una oveja muy alta, con unas patas largas y los clientes no están acostumbrados a este producto. Además, se suman los ataques de perros asilvestrados que están diezmando el número de cabezas y están echando atrás a muchos ganaderos que acaban por abandonar las explotaciones. «La mayoría de los ganaderos en Ibiza lo tenemos como un hobby, por lo que conocemos a nuestros animales, los cuidamos, son casi como nuestras mascotas y es muy triste tener que ver a tus ovejas muertas, malheridas, asustadas».

Patrimonio animal

La situación de la ovella eivissenca es más crítica que la de la cabra. Ibiza y Formentera cuentan con más explotaciones de ganado caprino que de ovino, muchas veces de 3 ó 4 cabezas, pero que se mantienen por tradición, por la leche y por los cabritos. Sin embargo, la oveja es más complicada, es un animal de rebaños. «La ganadería es complicada, se trabaja con un horizonte de casi dos años, uno para que el animal sea fértil y otro, para que empiece a dar rendimiento económico, como para añadir también los ataques de perro. Pero si los ganaderos desaparecemos estaremos perdiendo un patrimonio animal y genético, así como un paisaje que se conserva gracias a nuestro trabajo», añadió Xavier Prats.

Por su parte, Agueda Pons mostró su optimismo en el futuro: «Hay gente joven, preparada y formada que vuelven al campo, que les gusta trabajar con el km 0, con producciones sostenibles en los que hay animales autóctonos que cuidan el entorno. Los turistas vienen a la isla por las playas, pero cada vez más, por nuestro campo, por nuestros productos y por nuestra gastronomía. Esta es la parte esperanzadora».

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