Diario de Ibiza

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Abren los interiores

La primera caña dentro de un bar en cinco meses

Algunos bares sin terraza abrieron este domingo mientras que otros retrasan su apertura a hoy | Los restauradores critican los cambios de normas cada dos semanas y la falta de previsión

Los clientes regresan al interior del bar Ses Galtes

No todos los bares tienen terraza. En el centro de la ciudad de Ibiza, en calles de aceras estrechas en las que es prácticamente imposible poner una mesa, los negocios de restauración hacen vida en el interior. Después del cierre, este domingo algunos se animaron a abrir las puertas y reencontrarse con la clientela. Otros esperarán a que se levanten definitivamente las restricciones horarias. 

Manuel Veiga y una empleada preparan un servicio en la cocina del Meson El Gallego VICENT MARÍ

Con alivio, pero sin euforia. Ayer domingo abrió el interior de bares y restaurantes por primera vez desde que el pasado 12 de enero, con la tercera ola de la pandemia desbocada, recibieran la orden de cerrar. Han pasado cinco meses de confusión, incertidumbre y momentos de desesperación. Han llegado casi al final del túnel, pero el trayecto les ha dejado secuelas.

Hideki Aoyama y Elena Sánchez en la entrada de su restaurante, que, de momento, solo ofrecerá comida para llevar.

«Quería jubilarme este año y no voy a poder», comenta Francisco Garrido, dueño del bar Ses Galtes, en Vila, que muestra un enfado monumental: «El cierre de cinco meses me ha dejado con deudas, he tenido que despedir gente y no he podido recibir ninguna ayuda porque debía dos cuotas a la Seguridad Social».

Aldo Principe ultima los preparativos para dejar listas las mesas de su pizzería.

Su bar no tiene terraza y apenas empieza ahora a beneficiarse del relajamiento de las restricciones. «Lo echábamos de menos», comenta Josep Bonet, uno de los clientes. Este jubilado comparte mesa con otros dos amigos -recalcan, eufóricos, que los tres ya están vacunados- y agradecen poder estar tranquilos en el interior del bar, especialmente en días lluviosos: «Ojalá volvamos a como era todo antes».

Manuel Izquierdo, con el interior del bar a punto para abrir este lunes.

Comensales a cubierto

A mediodía, las cocinas empiezan a preparar los servicios. Tras los fogones, José Manuel Veiga, copropietario del Mesón El Gallego, reconoce que echaba de menos tener gente dentro del salón: «Hemos hecho comida para llevar, pero no es lo mismo».

Disponen de una pequeña terraza, pero con la autorización de apertura de interiores todo cambia: «En un día lluvioso como hoy, la terraza estaría vacía. Pero ahora calculo que llegaremos a los veinte comensales. Esto ya marcha». Una vez ha pasado lo peor, Veiga prefiere tomarse las cosas con humor: «Tuve que cerrar unos meses. ¡La primera vez en mi vida que he tenido vacaciones!».

Los cambios cada quince días han provocado cierta confusión en restauradores y clientes. En la exigua terraza del bar Es Molins una pareja pasa frío mientras que en el interior del bar hay mesas libres. «¿Se puede entrar ya? Es que ayer no se podía», pregunta Antonia Gómez, una turista proveniente de Alicante.

«Así no se puede vivir»

Tampoco lo tiene claro Aldo Principe, copropietario de la pizzeria Il Piccolo Principe: «Me han dicho que por la noche se puede abrir. Tú que eres periodista, ¿sabes hasta qué hora nos dejan?». Cuando se entera de que el interior solo puede permanecer abierto hasta la seis de la tarde, tuerce el gesto: «Solo puedo poner un 30% de las mesas, pero el alquiler lo tengo que pagar entero. Así es muy difícil vivir».

Apertura a medias

El interior de los negocios de restauración se abre solo hasta las 18 horas

Los establecimientos sin terraza están autorizados a abrir el 50% de su aforo, y los que tienen terraza solo el 30%. El máximo es de cuatro personas por mesa.

Más optimista se muestra Manuel Izquierdo, propietario de uno de los establecimientos históricos de la ciudad, la cafetería Gran Vía de Isidor Macabich. Este domingo, con la ayuda de sus empleados, daba los últimos toques al interior del local antes de reabrir hoy lunes: «Tenemos muchísimos ganas de volver a la normalidad. Que nos dejen trabajar. Solo pido eso».

Con las actuales limitaciones, otros negocios prefieren permanecer cerrados. Es el caso del restaurante Sushiya Aoyama. Elena Sánchez, copropietaria, no entiende la forma en la que el Govern ha gestionado las restricciones: «No te pueden ir cambiando las normas cada quince días, están jugando con nosotros».

«No puede ser que un viernes te digan que el domingo ya abres. Esta improvisación ha sido una absoluta agonía»

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El listado de agravios que expone Sánchez es extenso: «No puede ser que un viernes te digan que el domingo puedes abrir. Hay que preparar el local, contratar y formar a los empleados, contactar con proveedores. Si me hubieran dicho que estaremos seis meses cerrados, pues perfecto, me organizo y me busco la vida con otra cosa. Pero que cada quince días te cambien el criterio es una agonía».

Recuerda que las ayudas recibidas solo eran para tres meses, y que con ellas no se llega para cubrir gastos. Se han reinventado con el servicio a domicilio pero, ante la inminencia del inicio de la temporada turística, la paciencia se les ha terminado: «Necesitamos que nos informen de cuándo podremos trabajar a nuestra manera y con nuestros horarios. Queremos certezas de una vez», sentencia.

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