El informe encargado por el Ayuntamiento de Sant Josep sobre el estado de los apartamentos Don Pepe señala que «los sondeos y ensayos realizados sobre los elementos estructurales de la escalera 1 del bloque 1 han confirmado que la patología en las armaduras de acero de los nervios de hormigón armado que provocó el desprendimiento de parte del forjado de la vivienda del 4º-1ª es un problema generalizado de toda la escalera y se presenta en un estado especialmente avanzado en la planta baja, donde el conjunto estructural ha empezado a colapsar».

El estudio advierte en sus conclusiones de que, al menos en la escalera 1 del bloque 1, existe un «claro riesgo imprevisible que afecta directamente a la habitabilidad y seguridad de las personas» y recomienda mantener el desalojo de los vecinos de las escaleras 1 y 2.

Pero quizá lo más preocupante de lo que dice el informe sea «el hecho de que se trate de un problema generalizado y no de algo puntual de esa planta [lo que] confirma la teoría inicial de que la patología es principalmente consecuencia de la exposición continuada a un ambiente salino agresivo al encontrarse el edificio a escasos cien metros del mar y a la pobre calidad de la construcción del edificio, que no cuenta con el recubrimiento de hormigón suficiente para proteger los elementos constructivos de la estructura de este ambiente». Es decir, que en realidad el problema detectado en una parte de uno de los dos edificios que conforman los apartamentos podría ser general.

Reunión en Sant Jordi

Reunión en Sant Jordi

Sant Josep ha organizado para hoy a las seis de la tarde una reunión con ocho representantes de los vecinos de los Don Pepe para explicarles este informe, elaborado por el arquitecto Iván Torres y el arquitecto técnico Juan Planells a petición del concejal de Urbanismo, Ángel Luis Guerrero. Se trata de un largo estudio de 132 páginas que concluye que «el esquema estructural estático inicial adolece de su capacidad resistente por la acción del paso del tiempo, de los agentes climáticos agresivos, de la falta de mantenimiento y de procesos de deterioros patológicos de considerable gravedad que afectan su uso en relación a la seguridad de las personas que puedan residir».

«Asimismo, las patologías observadas en el esquema estructural básico de apoyo de la edificación, la resistencia de los materiales y su disposición constructiva denotan un claro riesgo imprevisible que afecta directamente a la habitabilidad y seguridad de las personas», añade.

«En todo el edificio»

«En todo el edificio»

En el informe se recuerda que, si bien los estudios realizados sólo se corresponden a la escalera 1 del bloque 1 (a veces también llamado bloque A), «la extensión de la patología de los forjados de manera general en toda la escalera, el hecho de que las causas (el clima y la calidad de la construcción) sean comunes a todo el conjunto y el estado de las fachadas de ambos bloques hace pensar que presumiblemente existe el mismo problema en todo el edificio».

«Sin analizar el resto de las escaleras no se puede saber su nivel de deterioro ni determinar cuándo se presentarán más problemas, pero lo que sí está claro es que mientras el edificio permanezca expuesto sin apenas protección a las inclemencias del clima el problema va a seguir avanzando hasta que se produzcan nuevos desprendimientos», señalan los técnicos.

El estudio pide que «se mantenga la escalera 1 apuntalada, se continúe apuntalando la escalera 2 y en todo caso que las viviendas de las escaleras 1 y 2 permanezcan desalojadas, para garantizar la seguridad de las personas y evitar el colapso de la estructura que podría arrastrar el resto del edificio».

«En definitiva, y según nuestro leal y saber entender, la edificación de la escalera 1 por completo y las partes observadas de la escalera 2 presentan una falta de estabilidad acusada, con un evidente riesgo para la seguridad, el uso y la habitabilidad de las personas y concluimos que estamos ante una edificación con riesgo de colapso imprevisible, fortuito e inesperado que podría llegar a afectar al resto del conjunto del edificio», sentencian los técnicos en la última parte de su estudio.

Sant Josep confirmó ayer que la reunión para dar a conocer este informe a los vecinos será a las seis de la tarde en las oficinas municipales de Sant Jordi, donde hay más espacio que en las salas de la Casa Consistorial y se puede mantener la distancia de seguridad con más facilidad de cara a evitar contagios por el coronavirus. A la reunión está citada la presidenta de la comunidad del bloque A, Silvia Hernández, que de nuevo ayer no respondió a la llamada de este diario. Por su parte, fuentes vecinales dijeron ayer que, según las explicaciones que han recibido sobre el informe, la situación del inmueble no queda clara, algo sobre lo que el Ayuntamiento no quiso opinar ayer, ya que dijo que deben ser los vecinos los primeros en disponer de esa información.

El desalojo

El desalojo

Los vecinos de las escaleras 1 y 2 fueron desalojados en junio por orden del Consistorio por peligro de derrumbe. Algunos residentes han mostrado su temor acerca de que la escalera 3 y siguientes del bloque A (son cinco escaleras en cada uno de los dos bloques) corran la misma suerte que la 1 y 2. Cada escalera tiene diez viviendas. Son por tanto cien pisos en total, 50 por cada bloque.

Medida cautelarísima

Medida cautelarísima

Tras el desalojo, en el mes de junio, de los vecinos de la escalera 1, en un primer momento, y de la escalera 2, poco después, el Ayuntamiento realojó a quien no tuviera alternativa en los apartamentos turísticos Bon Sol, en Platja d'en Bossa. Allí siguen al menos dos de estas familias pese a que Sant Josep puso de límite el 23 de agosto para seguir pagando este alojamiento provisional. La mayor parte de los vecinos desalojados encontraron una alternativa, pero hubo dos familias, las de David Tenza y Catherine Collier, que insistieron en que no podían correr con los gastos de pagar la hipoteca de sus pisos en los Don Pepe más un alquiler. El Ayuntamiento les ofreció alojarse, provisionalmente, en las instalaciones de Sa Casilla, pero ellos rehusaron porque consideran que no es un lugar adecuado. Estos vecinos advirtieron, también, del caso de una persona mayor que aceptó ir a vivir a un albergue.

Tenza y Collier, presentaron en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Palma, a través de su abogado, Eduard Clavell, una solicitud de medida cautelarísima que el juez les concedió. «En consecuencia, ordeno la suspensión de la ejecución de la resolución de Sant Josep por la que se comunicaba la fecha límite de estancia hasta el 23 de agosto, suspensión que ha de concretarse o bien prorrogándose la alternativa habitacional que había sido concedida a los recurrentes, o bien ofreciéndoles un nuevo hogar con la debida habitabilidad», señaló el juzgado en su auto. Por tanto, tanto Tenza como Collier continúan en los apartamentos Bon Sol y el Ayuntamiento debe correr con los gastos.