La historiadora y antropóloga Lina Sansano no duda a la hora de valorar Sant Miquel como la localidad que mejor ha conservado els passos de Dijous Sant, la procesión con cantos de origen gregoriano que recorre las catorce estaciones del Via Crucis. De hecho, el Consell de Ibiza ha iniciado los trámites para proteger esta tradición como Bien de Interés Cultural.

«En otros pueblos, como Sant Vicent de sa Cala o Sant Mateu, también se cantan los passos, pero después de que se hayan recuperado tras unos años de abandono, mientras que en Sant Miquel se han mantenido de manera ininterrumpida», explica Sansano. Ahora, el confinamiento obligado por la pandemia del coronavirus deja este año a los miquelers sin su ancestral celebración del Jueves Santo.

Sin embargo, la tradición ya ha quedado registrada para la posteridad gracias al documental 'Els Passos de Sant Miquel', con guion de Sansano y la coordinadora del Museo d'Etnografia, Susana Cardona, y que se encargó al realizador Enrique Villalonga, de la productora audivisual Filmótica.

En este trabajo de 53 minutos, que ha sido impulsado por el Arxiu d'Imatge i So del Consell, se recogen los testimonios de diferentes generaciones de miquelers, que viven esta procesión como uno de los momentos más importantes del año, además del historiador y sacerdote Francesc Xavier Torres Peters o del expárroco de la localidad Vicent Ribas.

Entre las singularidades de esta ceremonia, Sansano destaca a las chicas que cargan la talla de la Virgen María, que van con la cabeza cubierta con una mantellina blanca. «Esta pieza se usa solo para mostrar luto», precisa la historiadora. Este grupo se formaba con 24 chicas, aunque ahora no suelen superar la quincena, y se conocen como « empliades». «No sabíamos qué significaba exactamente esta palabra, hasta que investigamos y vimos que se refería a que son empleadas de la Virgen», relata.

Los chicos del pueblo también tienen su protagonismo al ser los encargados de formar el coro, en el que, históricamente, participaban hasta que contraían matrimonio. Estos mozos recorren el Via Crucis con cantos de origen gregoriano, aunque en Sant Miquel, desde los años treinta, el rito luego se acompaña del emotivo himno 'Amunt Germans'. «Es una canción catalana que introdujo un cura que fue destinado a Ibiza en esa época», precisa Lina Sansano.

Además del coro, un reducido grupo de los mozos del pueblo se queda dentro del templo durante la procesión para custodiar la casa santa en guardias de a dos y armados con sendos rifles. Estas escopetas, donadas por un vecino y que guarda la iglesia, revelan la atávica pasión por las armas de los ibicencos, que se mantuvo aún durante las primeras décadas del pasado siglo.

La emoción de las abuelas

Para el realizador Enrique Villalonga, lo más sorprendente del rodaje, además del carácter hipnótico de los cantos, fue la imagen de las abuelas cubriendo a las nietas con la mantellina. «Se notaba que ellas mismas habían vivido ese momento de jóvenes y se crea un ambiente emocional que luego acompaña a toda la procesión», relata.

Pero, sobre todo, Villalonga valora especialmente «el espíritu de comunidad, el esfuerzo y la ilusión con la que todo el pueblo prepara durante semanas este día». «Yo soy de Vila y me sorprendí al descubrir este componente ritual que mantienen vivo con esta procesión». «En la ciudad hemos perdido esta relación con la gente, aunque parece que ahora, con la pandemia del coronavirus, se recupera este concepto de comunidad», advierte el realizador.