Ya han pasado tres semanas desde que el Govern anunciara el cierre de los centros educativos de Ibiza y Formentera. En este tiempo, alumnos, docentes y familias han tenido que adaptarse a una nueva situación en la que las clases presenciales han dado paso a diferentes modelos de enseñanza a través de las nuevas tecnologías. Correos electrónicos, blogs, Snappet, Classroom, EDpuzzle o Hangouts son algunas de las aplicaciones con las que ahora todos se ven obligados a manejarse en su día a día con el objetivo de intentar que la crisis del Covid-19 no pase demasiada factura, sobre todo, a los hábitos de trabajo de los estudiantes.

Y es que las instrucciones marcadas en un primer momento han sido de no avanzar materia nueva sino reforzar lo aprendido. Eso sí, de alargarse la situación, tal y como se empieza a escuchar, será necesario ir ampliando conocimientos. Algunos docentes ya están en ello, si bien subrayan que se les ha dicho que deben hacerlo «sin dejar por el camino a ningún alumno».

1º de Primaria. En el CEIP Sa Bodega de Vila, Marina Vidal es tutora de uno de los dos grupos de primero de Primaria. Recuerda que al principio resultó «complicado» organizarse para la nueva situación ya que «fue todo tan rápido que no se dieron instrucciones para todos los colegios y cada uno lo hizo según pudo»: «En nuestro centro decidimos que como cada clase tiene un blog, por allí se haría una publicación con las tareas diarias».

Con esa idea inicial, la primera semana se trató de hacer lo que podían. Ella y la maestra del otro grupo de primero reorganizaron el horario de sus alumnos -«no podíamos pretender hacer cinco horas de clase en casa», opina- para que cada día realizaran «un poquito de trabajo». «Además tenemos población sin acceso a las nuevas tecnologías, que no tiene ordenador o tableta en casa, y es difícil seguirlo todo desde el móvil», comenta.

Así, acordaron que sus alumnos, que tienen seis y siete años, hicieran a diario algo de números y de letras en catalán y castellano, y distribuyeron en diversos días el resto de materias como inglés o ciencias, usando para todo ello «tareas breves, fáciles, y vídeos de internet de canales educativos», comenta.

Cada día, entre las 10 y las 11 de la mañana, ella envía el enlace del blog a una madre de la clase para que lo comparta en el grupo de familias y éstas sepan las actividades de la jornada. Luego, no pide que le devuelvan el trabajo realizado. «Eso es a gusto del profesor. En mi caso, como hago cosas muy fáciles, recomiendo a los padres que lo revisen y ya me lo entregarán», dice.

Vidal reconoce que al ser alumnos de corta edad, es fundamental la colaboración de las familias. En este sentido, reconoce que no todas tienen «los recursos para poder estar pendientes de sus hijos, de todos ellos, cada día». «Entonces, ahí somos flexibles. Se entiende que es una situación extraordinaria y al final ponemos deberes para que no se pierda el hábito, para que cuando volvamos, si es que volvemos, podamos reemprender sin haber olvidado», comenta.

Tras unas semanas en las que ha notado que faltaba cierto feedback con las familias, en ésta ha comenzado a contactar por teléfono con ellas para saber de primera mano «qué están haciendo o qué dificultades están teniendo». «Muchos lo hacen desde el móvil porque no tienen ordenador; hay alumnado extranjero cuyas familias no entienden el catalán y no les pueden ayudar...», detalla a modo de ejemplo, a la vez que añade que, en general, la implicación es buena.

Vidal desconoce qué puede pasar en las próximas semanas y si se volverá pronto a la aulas. «Espero que sí», afirma y agrega que una de las preocupaciones de que esta situación se demore es decidir si se avanzan contenidos. «Éste es el dilema. Hay papás y mamás que piden avanzar y otros para los que es suficiente con esto porque van un poco a remolque», destaca. Añade que en Educación la situación es paralela a la que se da en toda la sociedad: «Vamos día a día».

6º de Primaria. En el CEIP S'Olivera, en Puig d'en Valls, Vicenç Serra es tutor de un grupo de sexto de Primaria. En su opinión, lo fundamental para este tiempo es que los alumnos «no pierdan el hábito de trabajar un rato cada día». «Es imposible que adquieran el mismo nivel y los mismos contenidos que estando en clase. Lo que nosotros nos hemos planteado es que sigan teniendo un hábito de trabajo. Entre eso, lectura, un poco de práctica de matemáticas y un poco de práctica de lengua, mucho no perderán y algo se les quedará», apunta Serra, quien rápidamente reflexiona sobre que, en realidad, no se trata de una cuestión de perder.

«Van a aprender otras cosas que seguro que son útiles para otros aspectos de su vida. Yo mismo estoy aprendo un montón de cosas: teletrabajo, aplicaciones... Entonces, igual de contenidos no avanzarán tanto pero sí que aprenderán sobre otras cosas», explica y pone algunos ejemplos: «Tener que organizarse ellos mismos, usar otras herramientas para trabajar, estar viviendo lo que están viviendo».

Este maestro explica que desde que se decretó el confinamiento se envía a los alumnos a principio de semana un horario «con lo que tienen que hacer, más o menos» durante esos días. «Queremos que sea orientativo, porque en realidad están con sus padres, que no son profes ni maestros, y no pretendemos agobiar», resalta. Este horario incluye media hora de lectura diaria y actividades que Serra les va concreta en un email a diario.

Cuando acudían al colegio, un día o dos a la semana solían trabajar utilizando una aplicación que les permitía realizar actividades sobre lenguas y matemáticas. «Esta aplicación también tiene la posibilidad de trabajar desde casa y esto nos han venido súper bien ahora», resalta y agrega que les propone actividades a través de ella y que por cómo funciona, no es necesario que le envíen las respuestas, sino que él accede al trabajo realizado.

Además, remarca que en el centro trabajan por proyectos y en estos momentos habían iniciado uno consistente en elaborar una ley de turismo. «Tenían que buscar información sobre turismo y a partir de ahí, plantearse diez cosas que hacer para mejorar el turismo en Ibiza. Luego, el objetivo era que debatieran en clase, se pusieran de acuerdo y hacer una pequeña reproducción del proceso de elaboración de una ley», cuenta. Ahora, tienen que dejar de lado la última parte pero están buscando la información y planteándose qué hacer para mejorar el modelo turístico.

«A última hora les digo que me escriban un email o tienen que rellenar un registro de lo que han hecho durante el día», dice, al tiempo que agrega que están en contacto para que le planteen dificultades y les pueda orientar. «La mayoría me escriben, algunos me mandan fotos de manualidades y cosas que hacen. Y entre eso y que yo puedo seguir su trabajo desde la aplicación, tengo más o menos información de todos», comenta.

Sobre la implicación, afirma que «hay de todo», pero resalta la actitud «súper positiva» que encontró en el grupo el último día de clase al explicarles qué sucedía y cómo trabajarían desde entonces: «Cuando les mandas deberes se quejan, pero ese día era todo como muy raro. Estaban súper concienciados de lo que tenían que hacer, de que era una causa excepcional».

Dado que sus alumnos están en el último curso de Primaria, preguntado sobre cómo puede afectarles la situación en el paso al instituto, Serra cree que será necesario una adaptación por parte de todos. «Cuando empiece el próximo curso todos habremos pasado por esto y yo supongo que todos seremos flexibles y comprensivos con lo que ha sucedido este año, tanto para los que empiecen el instituto como en el mismo colegio», sostiene.

1º y 2º de ESO. En el IES Sa Serra de Sant Antoni, Pere Prieto imparte clases de música a unos 120 estudiantes de primero y segundo de ESO, en ese último caso como asignatura optativa. Tras dos semanas siguiendo las clases a través diversas herramientas virtuales, opina que la implicación que están mostrando los alumnos es «similar» al que se da en una clase presencial.

«La gente que trabaja bien en clase y atiende, hace los trabajos. Quienes los hacían tarde y regular, los hacen también regular. Y la gente que no hacía nada, sigue sin hacer nada», apunta de forma general. Eso sí, reconoce que se ha encontrado alguna sorpresa. Positiva de gente que en clase «no funciona muy bien» y ahora «envía cosas y tiene un feedback, igual porque se distrae menos, porque tiene más contacto directo con el profesor y menos con otros compañeros». Negativa de alguien que se ha quedado descolgado y no lo esperaba.

Prieto comenta que el último día de clase en el instituto, ante el cierre de los centros, acabó la teoría le quedaba del segundo trimestre -ya estaban acabando la evaluación- con los grupos que tuvo. «Con otros no pude cerrar ni decir nada, pues la situación se precipitó en cuestión de horas», recuerda. Así, desde que se inició el confinamiento está poniendo a sus alumnos ejercicios sobre dicha teoría, consistentes en analizar canciones.

Cada día que tiene clase con un grupo, les envía las actividades correspondientes. «Les hice unos vídeos para repasar los cuatro conceptos que había que entender, sobre qué es una estrofa, un estribillo, las formas de las canciones...», resalta como ejemplo. Esos vídeos los sube a una plataforma en la que se intercalan preguntas a la vez que va avanzando el vídeo y luego él recibe la información de la actividad.

«Yo esto ya lo había utilizado antes; de hecho lo de los vídeos ya lo utilizo en clase y tengo algunos para diferentes cosas. En este caso, no tenía previsto hacerlo así y he tenido que preparar vídeos nuevos deprisa y corriendo», comenta.

Después de encargar las actividades, él está disponible a través de videoconferencia para los estudiantes. «Me preguntan dudas, les explico, les pongo ejemplos», indica el docente, que resalta que hay jornadas en la que nadie se conecta y otras en que tiene «seis o siete» alumnos en la mañana.

De la experiencia hasta el momento dice que aproximadamente «el 70%» de los alumnos «están respondiendo bien». «Luego hay otro porcentaje que va con bastante retraso o hace la mitad de las cosas y un pequeño grupito de gente de la que no sabemos nada, que sabemos que tiene conexión pero que no está entrando», comenta.

Prieto confía en poder volver a las aulas antes de final de curso, si bien apunta que si la situación se alarga será necesario empezar materia nueva y determinar cómo tiene que evaluarse el trabajo que se está haciendo. «Yo tenía previsto hacer en la siguiente evaluación un trabajo de investigación y será el momento» de ponerse a ello, cuenta y añade que en la parte de práctica musical está grabando unos vídeos tocando la canción de Resistiré con la flauta.

Bachillerato. También en el IES Sa Serra trabaja Andrés Armengol, quien imparte Valores Éticos a estudiantes de segundo a cuarto de ESO, Filosofía en primero de Bachillerato e Historia de la Filosofía en segundo de Bachillerato. «Unos 250 alumnos en 13 grupos», detalla y destaca que la nueva situación ha supuesto «un cambio de chip radical» tanto para los alumnos como para los profesores.

«Tienes que readaptar los horarios completamente pues también ellos están confinados y es complicado para un adolescente. Afortunadamente, como la mayoría tiene acceso a Internet, pueden seguir las tareas», resalta y subraya que ya que «prácticamente se da por hecho que lo más probable es que se termine el curso confinados», están empezando a avanzar materia. «Lo que sí se nos pide es que siempre sea con el requisito de no dejar por el camino a ningún alumno».

En su caso, se graba a sí mismo dando la clase y facilita este material a los alumnos para que tengan «unas explicaciones constantes». «Luego contactamos una vez a la semana para poder solventar las dudas. Además, ellos disponen de un libro de texto que indicó el instituto y yo les voy pasando también material audiovisual», agrega.

De momento, Armengol resalta que este trabajo «está dando buenos resultados» y los alumnos «van siguiendo bien el ritmo». «Evidentemente no puedes tener el mismo tipo de contacto, pero algo que yo sí veo que está generando esto es que están más pendientes de las clases que dentro de las aulas», opina. Eso sí, cree que una de las consecuencias de todo es comprobar que en realidad no se ha superado la brecha digital: «No se ha hecho de verdad una educación inclusiva en todos los niveles y nos encontramos que la dificultad mayor es para los alumnos que no disponen de wifi u ordenador».

En cuanto a las pruebas de Selectividad a las que se enfrentarán algunos de sus alumnos de segundo de Bachillerato, este docente se muestra «preocupado» no por su materia «que es optativa y pueden hacerla o no», sino por las asignaturas troncales. «Por mucho que se diga que se van a adaptar las pruebas, ahora todo esto es bastante vago, poco concreto. Entonces, estaría bien que por parte del Ministerio de Educación y de cada una de las autonomías fueran muy específicos al decir lo que significa adaptar las pruebas dadas las circunstancias», considera Armengol, quien hace hincapié en que todo esto afecta a personas «que se juegan su futuro».

No obstante, apunta que de momento en su centro los estudiantes están «bastante tranquilos». «Sí ves que hay cierta confusión, porque tampoco nadie nos garantiza que en julio la pandemia esté realmente erradicada», concluye.