Las 17 espadas rectas desenterradas del fondo arenoso de es Caló de Sant Agustí (Formentera) el pasado verano podrían ser, en el contexto de principios del siglo XIX, lo que actualmente representan los fardos de hachís que acaban en las playas: puro contrabando. Es una de las teorías que contemplan los arqueólogos que investigan ese hallazgo, extraordinario por la cantidad de piezas extraídas, posiblemente espadas de coracero francés del modelo AN XIII, según asegura Adolfo R. Bernalte Sánchez, investigador documentalista en armamento antiguo: «Es el lote más grande que se ha encontrado nunca en España. Nunca se hallaron tantas juntas en el mar», asegura Javier Rodríguez Pandozi, director de Proyectos y documentalista del Instituto Balear de Estudios de Arqueología Marítima (Ibeam).

Los investigadores barajan varias hipótesis sobre el origen de ese curioso yacimiento subacuático: «Todavía no sabemos si lo que hay ahí es un pecio o un conjunto disperso de material arqueológico. No sabemos si ha habido un hundimiento de una embarcación o sencillamente se tiraron las armas al mar. Y si se tiraron, ¿por qué?», se pregunta Rodríguez, al frente del análisis histórico de estas piezas. «Las espadas -señala el arqueólogo- eran objetos valiosos, pero no pesan, de ahí que descartemos que les pillara un temporal y tuvieran que tirarlas por la borda para reducir peso. Son objetos relativamente ligeros, de manera que cuando suceden ese tipo de situaciones, lo que se echa por la borda primero son los cañones».

Sólo han hallado las espadas envainadas, pero no descartan que bajo la densa capa de arena de esa cala haya, además, una embarcación: «Si la hay, no la localizamos por un motivo muy sencillo: el fondo marino de la zona de es Caló de Sant Agustí es un arenal enorme con una potencia de hasta dos metros. Según cómo se desarrollen los temporales cada año, la arena se acumula o se vacía. El pasado año, en 2019, tuvimos suerte y aparecieron playas a lo largo de es Carnatge, donde normalmente es todo roca. Ese fenómeno vació la arena del fondo del mar y propició que pudiéramos encontrar las espadas en la superficie del fondo de es Caló», explica Rodríguez.

Un arenal potente

Un arenal potente

Con esa «potencia de arena», es bastante probable que exista una embarcación enterrada en el lecho marino. Pero encontrar ese tipo de pecios en arenales es muy complejo, asegura el arqueólogo: «No hay puntos de referencia, no hay señales que evidencien que hay algo dentro. Con esas dinámicas de corrientes y de tormentas que revuelven la arena, es muy difícil dar con un resto».

Es posible que las 17 espadas que encontraron (gracias a que el médico Guillermo de Barnola se sumergió para recoger la tapa del depósito de su zódiac) sean «la parte más ligera del cargamento, de ahí que estuvieran en la zona más superficial y esparcidas por grupos».

La principal hipótesis es que esas piezas, «propias de la época de la guerra de la Independencia», tuvieran su origen en «el tráfico de armas ilegal». Rodríguez imagina un par de escenarios de lo que pudo suceder: «Intentaban desembarcar un lote de armamento en es Caló, quizás una treintena de piezas (hemos encontrado 17, pero no sabemos qué había originalmente), y de repente les entró un temporal del norte; volcaron y el cargamento se fue al fondo del mar. Otra hipótesis es que los pillaran trapicheando y decidieron arrojar las espadas al agua, como hacen hoy en día los traficantes con los fardos de droga». Se decanta más por esta última posibilidad, sobre todo porque estaban «en grupos dispersos de cuatro o cinco». El arqueólogo del Ibeam cree que «seguramente iban embaladas en lonas».

Respecto a la procedencia, deberán seguir buceando en la zona para recopilar más información: «No hemos encontrado ni una sola noticia histórica que hable de un hundimiento de una embarcación en esa época y en ese lugar en particular. Por eso, la teoría más plausible es que se trate de un contrabando de armas».

El lote más grande de España

El lote más grande de España

Coincide Javier Rodríguez con Adolfo R. Bernalte Sánchez en que lo más probable es que se trate del modelo «recto francés, que tuvo una vida muy larga, hasta 1855». Sus características «corresponden con esa categoría», indica el arqueólogo, si bien advierte de que no es un experto en armamento antiguo: «Una vez estén restauradas tendremos que ver qué marcas tienen, que posiblemente nos indiquen la fecha de fabricación del lote, y el batallón y la unidad a la que correspondían», una apreciación en la que coincide con Helena Jiménez, la responsable del Museo Monográfico de la Necrópolis que se encarga de la recuperación de esas piezas, algo que va para largo: «Será complejo -indica Rodríguez al respecto-. Requiere un proceso muy lento. Hay que tener en cuenta que han permanecido 200 años bajo el mar y que han sufrido una serie de procesos químicos. Ahora se ha de tratar una corrosión metálica, pero también las partes orgánicas, como el cuero y la madera del mango». Es decir, deben ir con sumo cuidado para no deteriorar esas joyas arqueológicas.

Rodríguez subraya que se trata del «lote de espadas más grande que se ha encontrado nunca» en nuestro país. Ni siquiera ha encontrado referentes similares en el entorno europeo: «En Maó extrajimos un sable aislado durante las prospecciones previas al dragado del puerto. Y en el yacimiento Deltebre I, en la desembocadura del Ebro, se encontró un barco británico de esta época, del siglo XIX, en el que aparecieron objetos coetáneos, como munición, compases y el mango de un sable de artillería y decenas de monedas». Incluso una caja con botellas de vino de Fondillón. «Pero en España -recalca Rodríguez-, lo de Formentera es un hallazgo único. No hay ningún símil de un depósito arqueológico de espadas como este».