Un rayo aportó la electricidad necesaria para conferir vida al monstruo de Frankenstein. Y los dioses más vengativos han usado el poder y la potente imagen de rayos y relámpagos -que no es exactamente lo mismo- para atemorizar a los simples mortales. Hasta la autoridad del Dios de los cristianos se ha escenificado con rayos. Sin embargo, es Thor, dios del trueno e hijo de Odín en el panteón clásico nórdico, quien encarna la relación mitológica más conocida con este fenómeno que el ser humano intentó explicar de forma bastante apocalíptica hasta que entendió la electricidad y los pulsos electromagnéticos.

Hoy incluso puede contabilizarse el número de rayos que caen sobre una región concreta y la Agencia Estatal de Meteorología trabaja con datos como la densidad anual de descargas o los días y épocas de mayor actividad. Así, según la información facilitada por la Aemet en Balears, en Ibiza y Formentera suelen caer al año entre 1.100 y 1.300 descargas, y la cifra resulta de multiplicar la densidad de descargas (que en las Pitiusas es de entre 1.5 y 2 descargas por kilómetro cuadrado) por la superficie (654 kilómetros cuadrados).

Sin embargo, la cifra anual puede oscilar mucho y en el año 2017 se registraron nada menos que 2.324 descargas; un año después, la cifra descendió hasta 1.455. Y, hasta mediados del mes noviembre del presente año, se han contado 1.299 rayos. Se sabe, asimismo, que el día de mayor actividad fue el pasado 27 de agosto; cuando llegó la gota fría y prácticamente se inundó toda Ibiza , la Aemet registró 289 rayos. Y el segundo día en el ranking de la electricidad de los cielos fue el 22 de octubre, fecha en la que cayeron 209 chispazos sobre las dos islas. Las tormentas eléctricas son habituales en las Pitiusas y, como cabia esperar, los datos de la Aemet señalan que suelen producirse al final del verano e inicios del otoño, principalmente en el mes de septiembre.

Miles fulminados

Hay que tener en cuenta que si bien este fenómeno de la naturaleza resulta un fabuloso espectáculo en los cielos nocturnos del que muchos, sobre todo algunos fotógrafos, disfrutan, la Agencia Estatal de Meteorología debe tratar con él como un «fenómeno meteorológico adverso», ya que «todos los años, a nivel global, miles de personas son fulminadas y los daños en infraestructuras y bienes materiales son muy cuantiosos».

Son palabras que pueden leerse en el informe 'Climatología de descargas eléctricas y de días de tormenta en España' (Aemet). En este informe se ofrecen algunos datos que revelan la magnitud del peligro, como que en el año 1955 murieron en España 133 personas alcanzadas por rayos. Y por aportar un detalle más humano a las frías cifras, en su edición del 12 de diciembre de 1975, Diario de Ibiza informaba de la muerte de un soldado en un destacamento de Felanitx cuando cayó una descarga eléctrica sobre las líneas teléfónicas cuando el muchacho estaba comunicándose con otro puesto. Entre 1995 y 2015 se contaron 52 fallecimientos. Hay que tener en cuenta que «el despoblamiento rural, la labor de divulgación de los peligros asociados a las tormentas y las alertas a la población en base a los avisos meteorológicos han contribuido a que estas cifras disminuyan drásticamente en España».

De las tormentas eléctricas también hay que saber que van asociadas a nubes del tipo cumulonimbus y que, a grandes rasgos, el rayo es la descarga brusca de electricidad propiamente dicha, la chispa, y que el relámpago es, concretamente, el fugaz resplandor que lo acompaña.

El trueno, claro está, es el estruendo sordo que sigue al rayo y que es provocado por la expansión del aire calentado por la descarga eléctrica, el sonido de la onda de choque. El tiempo que media entre rayo y trueno puede usarse para calcular la distancia de la tormenta, porque la luz y el sonido no viajan a la misma velocidad, y puede servir como base que si el tiempo es de seis segundos, la distancia será de dos kilómetros.

Lo cierto es que cuando la Aemet pone cifras a los rayos -sean fallecimientos, descargas o fórmulas para calcular tormentas- el maravilloso espectáculo de un relámpago azulado y violeta rompiendo los cumulonimbos en una noche tormentosa pierde algo de su romanticismo y de su misterio. Pero siempre se puede seguir combinando la ciencia con la imagen del dios del trueno creando rayos con los golpes de su martillo Mjolnir, cuyo nombre, según una de las hipótesis que se manejan sobre sus orígenes, significa precisamente rayo. Siempre nos quedará Thor.

La fórmula del trueno

Para conocer a qué distancia se encuentra una tormenta hay que calcular el tiempo que transcurre entre el rayo y el trueno. Y la fórmula para determinarlo es distancia=número de segundos/3. Quizás a muchos les resulte más sencillo aprenderse que si el tiempo es de seis segundos, la distancia es de dos kilómetros, y realizar desde este punto una sencilla regla de tres. También puede saberse si una tormenta se acerca o se aleja efectuando el cálculo un par de veces y dejando transcurrir uno o dos minutos entre una descarga y la siguiente.