Desde que en 1999 se creara la primera reserva marina de las Pitiusas, la de es Freus (segunda en extensión de todo Balears), la superficie protegida por esta figura legal ha ido aumentando de forma notable en estos veinte años. Actualmente, ya son tres las reservas marinas de Ibiza y Formentera, que tienen como objetivo potenciar los recursos pesqueros de las aguas que abarcan.

Con motivo del Foro Marinooro Marino celebrado la semana pasada en Ibiza, en el que se debatió la verdadera efectividad de esta figura legal de protección, algunas voces conocedoras del medio marino (como los integrantes del club s'Embarcador de pesca submarina) han denunciado que estas reservas no cumplen su función. «Las tres reservas creadas en las Pitiusas son falsas reservas marinas», puesto que solo se prohíbe totalmente la pesca en el 3,5% de las 19.797 hectáreas que abarcan. De esa cifra, únicamente en 698 (las llamadas reservas integrales) no se puede pescar de ninguna manera.

En el 96,5% del ámbito protegido «se prohíbe la pesca submarina y se restringe de forma severa la pesca recreativa con caña, pero incoherentemente se permite la pesca profesional y se permite el calado de redes de hasta 1.000 metros por embarcación y día, así como el calado de 500 anzuelos para palangre por embarcación y día», señalan los integrantes de este colectivo, que recuerdan que «hay un censo de más de 50 embarcaciones profesionales autorizadas» para faenar en las reservas en estas condiciones. Además, no se imponen restricciones de tamaño mínimo de las piezas, mientras que sí se imponen a la pesca recreativa, señalan.

Sin embargo, otras fuentes, como la actual diputada del PP en el Parlament e inspectora de Pesca del Consell durante 25 años, Virgina Marí, no comparte estas críticas. En su opinión, «las reservas marinas están dando muy buen resultado».

A las exigencias de mayores restricciones a la pesca, Marí recuerda que estas reservas «son de interés pesquero» por definición, y su objetivo es ayudar a un sector «que actualmente está en crisis». Además, realizar cambios legales en su régimen de protección no depende solo de las normativas locales, sino también nacionales. «Es algo bastante complicado», señaló.

Virginia Marí no alberga duda alguna: «Las reservas valen la pena», puesto que «la de es Freus está dando mucho rendimiento», mientras que la de Tagomago, de reciente creación, «es una reserva muy bien estudiada» que permitirá también recuperar los recursos pesqueros.

Las zonas de pesca prohibida (reservas integrales) se ubican en zonas especialmente sensibles, como lugares de cría de peces, que es preciso proteger para evitar la desaparición de determinadas poblaciones.

El club S'Embarcador denunció también que en las propias reservas hay redes abandonadas y tortugas marinas muertas, prueba, según este colectivo, de la mala gestión de estos espacios.