Sant Antoni es parecido a Magaluf, pero sin balconing. Así es como lo definen los agentes desplazados a Ibiza desde Mallorca de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia de Balears (Usecic), cuyo objetivo es el apoyo de los puestos territoriales. Sus principales funciones son la prevención, mantenimiento y restablecimiento de la seguridad ciudadana. Por ello, pese al cambio de isla, los delitos a los que se enfrenta esta unidad de la Guardia Civil son prácticamente los mismos: altercados causados por británicos con varias copas de más, robos y hurtos, agresiones y venta y tenencia de drogas.

Diario de Ibiza acompaña a la patrulla de la Usecic el jueves 29 de agosto durante tres horas por Sant Antoni. El operativo comienza a las 21.30 horas en el paseo de s'Arenal. La mayoría de los seis agentes, uno de ellos armado con un fusil, ya conoce la zona de servicios de años anteriores (la Usecic se desplaza desde Mallorca desde 2014) y comentan que este verano han notado «un bajón» de gente en Sant Antoni.

A diferencia de cualquier otra noche de verano, no se ve a ningún vendedor de 'gas de la risa' a lo largo de este paseo de la playa de s'Arenal ni a jóvenes de Reino Unido inhalando globos. Uno de los agentes solamente encuentra en una jardinera un vaso de cartón lleno de cápsulas para consumir óxido nitroso. Los guardias civiles de la Usecic son conscientes de que cuando se acercan a los puntos más conflictivos de la isla, los malos se esconden. El objetivo es que su presencia evite el descontrol en plena calle. «¡Qué bien que esté por aquí la Guardia Civil, tendrían que venir más!», expresa en voz alta un vecino que pasea con su perro. Los agentes sonríen. No es la primera vez que escuchan estos halagos y añaden que también les piden que se queden más días y que patrullen más tiempo por los principales puntos de ocio nocturno de Sant Antoni.

Primer cacheo

A continuación, recuerdan que los refuerzos trabajan desde abril en las Pitiüses (excepto en el municipio de Ibiza, que es competencia de la Policía Nacional). A los pocos minutos, la Usecic realiza la primera identificación a un hombre procedente de un país del Este que afirma que está de vacaciones en la isla. Primero entablan una conversación con él y así comprueban si está nervioso, si presenta síntomas de haber consumido alcohol u otra sustancia estupefaciente. Tras un cacheo superficial, encuentran un envoltorio con cocaína, destinada al consumo propio, por lo que levantan un acta. Mientras un guardia cumplimenta el acta, otro introduce la droga intervenida en un sobre para remitirla a la Comandancia y, posteriormente, a Sanidad para que sea analizada. Los traficantes no suelen llevar la droga encima y algunos la esconden en papeleras y jardineras, según recuerda un agente.

Las noches en las que interponen más denuncias por tenencia de estupefacientes o por consumo en la vía pública son las que coinciden con los cierres de discotecas. Uno de los guardias civiles de la Comandancia de Balears que se ha desplazado a Ibiza durante estas fechas los últimos tres años (exceptuando el de 2017, cuando fueron destinados a Cataluña) calcula que realizaron unas 600 denuncias.

Durante el recorrido en los vehículos policiales se detecta una furgoneta sospechosa. En su interior solo se encuentra el conductor, que es identificado. La patrulla continúa con su recorrido por Sant Antoni. Minutos antes de las 22.30 horas observan una ambulancia en el Passeig de la Mar. Cerca de la Cofradía de Pescadores hay una mujer tirada en la acera. Al parecer, según le cuentan dos policías locales de Sant Antoni al cabo de la Usecic, la afectada estuvo en una excursión en barco y, a su llegada, tuvo que ser asistida por personal del Club Náutico porque presentaba síntomas de embriaguez. Tras alertar al 112, acudieron a la zona los sanitarios del 061 y, tras su intervención in situ, la subieron a una camilla para su traslado.

En ese instante, un agente de la Usecic recuerda una de las intervenciones más complicadas en las que actuó, no solo el año pasado, sino en los seis años que ha trabajado en la isla: tuvo que retener a un turista drogado que blandía un objeto punzante y amenazaba a los que se acercaban a él después de que saltase desde un muro de tres metros de altura. «Estaba muy agresivo, le sujeté bien fuerte para que le inyectasen un calmante. Es el mismo que al día siguiente se escapó desnudo del hospital», recuerda el agente.

Otro compañero, por su parte, cuenta que como están acostumbrados a patrullar en Magaluf, lo que ocurre en Sant Antoni no les sorprende, exceptuando la agresividad con la que tratan algunas mujeres que ejercen la prostitución a los visitantes británicos, sobre todo a los que presentan un mayor estado de embriaguez. Esta situación la denuncian verano tras verano tanto vecinos como empresarios del pueblo. Como caso concreto, este guardia civil recuerda el caso de un joven inglés que acudió a ellos con las dos cejas partidas para denunciar que una mujer que le ofreció sexo le había agredido y robado la cartera.

A las 22.30 horas, la Usecic se dirige al West End. Acceden por la calle Santa Agnès. Aquí tampoco hay rastro de los vendedores ambulantes y traficantes de drogas que se concentran noche tras noche en este enclave. Tampoco se observan tiqueteros. La Usecic señala que siempre hay alguien que avisa a los delincuentes para que huyan.

No han transcurrido ni cinco minutos desde su entrada al West cuando los agentes registran a dos ingleses en la calle Vara de Rey, a los que también les intervienen cocaína. La actuación policial capta la atención de un grupo de amigos sentados en una mesa del exterior de un bar, que levantan la mirada de las pantallas de sus móviles, y de los comerciantes. Uno de ellos considera que los guardias civiles deberían permanecer toda la noche en el West End y que solo ha visto a la Policía Local «una semana». «No hemos notado mucho cambio de un verano para otro. Los delincuentes también hacen su particular temporada», critica el propietario de un comercio.

En la calle Progreso, la Usecic registra a otros tres jóvenes y mientras los agentes anotan sus datos, se oye a un turista que le pregunta a otro: «¿Has escuchado hablar de Magaluf? ¿Te suenan los balconing?». Posteriormente, la Guardia Civil debe trasladar al cuartel de ses Païsses a uno de los tres jóvenes, que va indocumentado, para comprobar qué señalamiento tiene pendiente. A medianoche reciben un aviso por un altercado en un hotel del núcleo urbano. Al llegar a dicho establecimiento, el personal de seguridad le indica a la Guardia Civil quién es la víctima. Al parecer, un grupo de jóvenes que se alojan en una habitación de la misma planta se han abalanzado sobre él y uno de ellos le ha cogido del cuello. Finalmente, no interpone denuncia y la Usecic continúa la noche en Jesús para prevenir robos en viviendas.

A las 2 de la madrugada está previsto que regresen al West End, ya que cuando cierran los bares, los delincuentes esperan como «buitres» para asaltar a los turistas, sobre todo a los más ebrios.

Por último, la Usecic recalca su agradecimiento a los hoteleros por facilitarles el alojamiento.