El primer viaje de Juan Marí Ferrer, Tunicus, fue desde Cala Xarraca a Ibiza. Tenía solo cinco años, pero lo recuerda como si hubiera sido ayer. «Encontrarme con la muralla, me impactó», apunta. Tanto le gustó aquel recorrido en burro por los caminos ibicencos que su vida ha sido un viaje continuo.

Con 21 años recién cumplidos y la 'mili' hecha, en 1964 dejó su casa en Sant Llorenç para aprender a ganarse la vida con el turismo incipiente en Talamanca.

Poco después, cambió la hostelería por la joyería, gracias a un orfebre catalán asentado en la isla con el que aprendió el oficio. También por aquella época, Juan Marí empezó a viajar a Canarias y a Marruecos para comprar piedras, con las que hacía bisutería, y antigüedades que luego vendía en los mercadillos.

En 1972, llegó a su vida Viviane Mathieu, una francesa que había dejado su trabajo en la banca en su país, y el de recepcionista en Mallorca para dedicarse a ser guía turística en Ibiza, la isla a la que nadie quería ir.

Así que, al poco de conocerse y con una pasión común por recorrer mundo, se embarcaron en el 'Cristófor Colom' y tras 15 días de travesía llegaron a Buenos Aires. Allí pasaron seis meses recorriendo Brasil, Chile y Argentina. Juan quería comprar turquesas y lapislázuli en un pueblo del Chile profundo y no pararon hasta que lo consiguieron.

Aunque la mochila era su equipaje principal, iban sumando sacos de cosas que compraban y de otras que vendían. Incluso Viviane llevó en alguna ocasión vestidos Adlib para vender. Nunca iban sin dinero. «Lo que ganábamos en Navidad, lo invertíamos en viajar», apunta Juan.

Ya puestos en ruta, en 1980, la pareja decidió dar la vuelta al mundo. En Madrid sacaron un billete a Nueva York, sin vuelta, y desde allí fueron a Orlando (Miami), Houston (Texas), Nueva Orleans (Luisiana), San Antonio, Los Ángeles y San Francisco (California), Hawái, Filipinas, Tailandia, Birmania, Rusia y España.

Por el camino se enteraron, cuando estaban en un pequeño hotel en el Cañón del Colorado (Arizona), que había habido un golpe de Estado en España. Semanas después llegaron a Tailadia, donde también acababa de haber otro golpe de Estado, por lo que se fueron a Birmania. Ya casi de vuelta, tomaron un avión a Moscú que les desvió a otra ciudad. Allí requisaron el pasaporte a todos los pasajeros, les llevaron a un hotel y, al final, se quedaron sin ver la ciudad del Kremlin.

En otros viajes han ido a Afganistán, Nepal, India, Yemen, Caribe... Los dos recuerdan la enorme amabilidad de los pastunes.

El país que más ha impactado a Juan es Etiopía. «Es increíble, muy interesante y su gente es excepcional, a pesar de la pobreza en la que viven. Todo el mundo debería conocer África y, sobre todo, Etiopía», opina.

Para Juan «lo mejor de viajar es el camino». Por ello, aunque el regreso a casa era duro, la pareja lo aliviaba preparando el próximo viaje.