Irene da una palmada y detiene la representación. Sube al escenario y se pone en la piel del padre de familia. «Te dejo ver la tele», le dice a la actriz que hace el papel de hija y a quien minutos antes el progenitor instaba a irse del sofá, pues era él quien quería sentarse frente a la pantalla. La niña, todavía sorprendida, prefiere quedarse en el suelo. La madre, su mujer en la ficción, le dice a Irene que se siente, que pronto le trae la cena. Pero ella lo rechaza: «Te ayudo, te quiero ayudar. Me sabe mal», le dice a la mujer, que le espeta: «¿Ahora te sabe mal? Pues llevo 20 años cocinando». Irene le indica que se siente ella frente al televisor un rato, pero la mujer lo rechaza. «Mamá, nunca te he visto aquí», afirma la hija cuando finalmente la madre accede.

La escena acaba y en el patio de butacas, ocupado por alrededor de 70 compañeros de Irene -todos estudiantes de Secundaria del instituto Santa Maria-, suenan aplausos. «¿Qué ha pasado?», pregunta a los chicos y chicas Zósimo Yubero, miembro de la Asociación Tres Social, colectivo que en la mañana de ayer representó una obra de teatro foro en el Club Diario de Ibiza.

La palabra «ayudar»

La palabra «ayudar»«Como nunca pasa eso, la madre se ha sorprendido», afirma alguien. «La madre se ha asustado porque Manolo siempre ha estado abusando de ella», sostiene una chica. Yubero les hace ver que Irene ha tratado de cambiar las cosas, pero incide en un detalle importante: la joven ha empleado todo el tiempo la palabra «ayudar». «Hay que ayudar bien, si te piden algo», plantea un joven antes de que Yubero les insista en que ayudar supone que la responsabilidad o el peso es de otra persona: «No tenemos que ayudar, es nuestra tarea, nuestro deber».

Esta fue una de las escenas que Tres Social representó para el grupo de adolescentes, pero hubo muchas más que giraron, todas ellas, «sobre el machismo estructural y los diferentes tipos de violencia de género», destacó el miembro de la asociación. Ésta de la familia en la que la madre lleva el peso de la casa y el padre, además de no hacer absolutamente nada, la trata fatal. Niños y niñas que juegan a coches y muñecas y cuya profesora perpetúa roles cuando la pequeña quiere interactuar con su compañero. Adolescentes que a la hora de elegir actividades extraescolares no pueden decantarse él por el baile y ella por el kárate. O relaciones de pareja en las que él controla, decide cómo o con quién pasar el rato o qué puede publicar la chica en redes sociales mientras ella, víctima, siempre se disculpa y acaba asumiéndolo todo por amor: «Lo siento, soy tonta, siempre me quejo».

«Ésta es una historia que nace de un grupo de personas que hizo un proceso formativo de un año en la escuela de Tres Social. En ese proceso, desarrollaron una historia que cuenta sus propias vidas y de alguna forma lo que queremos es hablar sobre cómo se sufre la violencia», cuenta Yubero.

De espectador a protagonista

De espectador a protagonista

La fórmula elegida es el teatro foro, en el que una vez representada la escena «que siempre acaba en derrota», vuelve a empezar y el público interviene, convirtiéndose en protagonista y probando sus propias estrategias para cambiar el curso de la misma. «Se abre un debate en el que se puede reflexionar sobre las causas estructurales del problema que se trata, de las soluciones que podemos dar como personas y de las soluciones estructurales que necesita», resalta Yubero, y añade que, al final, se trata de «ensayar» en el escenario las soluciones para adquirir «la fuerza y el empoderamiento» que les permitan después ejecutarlas en sus vidas.

Así lo hicieron Irene, Laia o Beth, después de conversar sobre ello y de que muchos chicos y chicas -entre quienes había que no prestaban demasiada atención- reconocieran que esas situaciones les eran familiares o las habían vivido.

La actividad, organizada por la Associació Es Molí, se complementó por la tarde con un taller de teatro en el Centro de Creació Jove C19 que buscaba, con un grupo más reducido de jóvenes, «rascar más»: «Construir pequeñas escenas, dialogar sobre conflictos más cercanos, deconstruir estereotipos o trabajar sobre cómo construir relaciones entre mujeres y hombres de forma igualitaria», resumió Yubero.