Si algo tenían ayer en común los escaparates de muchos establecimientos comerciales de Ibiza eran los carteles que anunciaban las tan esperadas ofertas del Black Friday. Tiendas de ropa o de calzado, perfumerías y negocios de cosmética, comercios de ropa de hogar y de artículos de puericultura, ópticas o tiendas de electrodomésticos, telefonía e informática anunciaban descuentos de hasta el 50% e invitaban a los clientes a pasar a comprar. Algunos en un solo día y otros en varios días, un fin de semana e incluso una semana completa.

Y entre los clientes había quienes iban en busca de artículos necesarios a los que ya habían echado el ojo y también quienes decidían dar un paseo de comercio en comercio a ver qué encontraban. También incluso quien hace unos días compró una prenda de ropa y ayer quería acercarse a devolverla para intentar adquirirla otra vez pero a un precio más económico. Y todos ellos con presupuestos variados: desde los que se habían fijado una cantidad en la mente hasta los que no se habían puesto límite alguno.

En Zara, a las 9.50 horas ya había cola para pagar en la caja. Aunque el establecimiento abre a las 10 horas, ayer adelantaron su horario de apertura y retrasaron el de cierre. Antes de abrir ya había personas aguardando para entrar y antes de las diez de la mañana los clientes se contaban por decenas y algunos llegaban ya con bolsas de otras tiendas.

Pantalones, abrigos, jerséis, camisas o bolsos eran algunos de los artículos que llevaban al probador. «Abrigos y punto es lo que más se compra», resaltó la directora de la tienda, que señaló que éste era el cuarto año que celebraban el Black Friday y confiaba en que iba a ser «un buen día».«Me encanta el Black Friday»

«Me encanta el Black Friday»

De allí salía con una única bolsa Sandy Devries. «A mí me encanta el Black Friday. Yo soy holandesa y allí no se celebra tanto», comentó al tiempo que mostró que había cogido «una blusa y un bolso» que, reconocía, no le hacían falta y era más bien «un capricho». En principio no tenía una idea hecha sobre qué comprar, sino que Devries iba a dar una vuelta a ver qué encontraba. Antes de marcharse, se encontró a una conocida y comentaban lo que habían comprado. La segunda, perfumes, una cartera y una chaqueta. «Son caprichos o no lo sé», dijo esta mujer, que lamentaba que había establecimientos en los que apenas había descuento cuando otros llegaban hasta «el 30 y al 40%».

Precisamente uno de estos comercios con un 30% de descuento era Mango, donde el jueves se aplicaban las ofertas a los clientes que están dados de alta en la web y ayer a todos en general. Antes de abrir «cinco o seis personas» ya esperaban en la puerta, e igual que pasaba en Zara, los clientes se decantaban por abrigos y jerséis.

Con bolsas de varias tiendas

Con bolsas de varias tiendas

En la avenida de Bartomeu de Roselló de Vila había desde primera hora un trasiego de personas que entraban y salían de los establecimientos con bolsas bien cargadas. Entre los compradores, sobre todo mujeres y de diferentes edades, si bien por la hora había pocos adolescentes. Una de éstas eludía responder a este diario porque, decía su madre, tenía que irse «rápido al instituto».

Sandra, Laura y Tanit, tres amigas de entre 21 y 23 años, habían quedado para ir de compras. Antes de entrar a una franquicia comentaban que una de ellas había adquirido ya un vestido por 13 euros y señalaba que no es que lo tuviera visto en la tienda, sino que lo tiene una de sus amigas y le gustaba. «A mí me costó 19 euros», indicó la chica. Ninguna había salido de casa con un presupuesto cerrado, sino que esperaban ir viendo qué gastar «sobre la marcha».

Débora Massegú tenía claro lo que quería: una mochila, un bolso y unas zapatillas. Éstas fueron sus tres adquisiciones y las únicas, y las mostraba ya puestas. «He comprado lo estrictamente necesario», dijo y agregó que aún tenía dinero pero no iba a gastar más.

«Ya son las once menos veinte. ¿Dónde quieres ir? ¿Aquí a la zapatería?», comentaban tres mujeres antes de entrar en este establecimiento donde las ofertas anunciadas alcanzaban el 20% y prácticamente no cabía un alfiler.

Gema y Sandra, madre e hija, iban en busca de artículos necesarios para la primera y algún capricho para la segunda. «Vamos a mirar y para Reyes, ya aprovecho también», indicó la madre mientras la hija explicaba que querían devolver un abrigo que compraron hace dos días para ver si lo podían adquirir ahora más barato.

No obstante, no todo el mundo en las tiendas de ropa estaba ayer por la labor de comprar. Una señora -que le daba su opinión a otra sobre un abrigo que se estaba probando- comentaba que ella sólo compraba cuando se sentía «bien» e indicaba que ayer no era el caso.

Para Chiara Siano no era cuestión de ánimo, sino que se mostraba muy crítica con estas promociones. «Yo estoy en contra. Me parece una tontería; no creo en los descuentos», dijo la mujer, que sostiene que prefiere comprar cuando necesita algo. Reconocía que se trataba de una iniciativa «simpática», pero consideraba que «no todos los días deben estar dedicados a algo».

En busca de un radiador

En busca de un radiador

Pese a estas opiniones, lo cierto es que la mayoría de las personas que entraban en tiendas con grandes descuentos salían con alguna bolsa, aunque fuera pequeña. Y el goteo de clientes era continuo, al menos en las franquicias de ropa de mujer, hombre y niños.

Pero no sólo estos negocios se sumaron al Black Friday. Al contrario. En varias ópticas se anunciaban descuentos de hasta el 50% e incluso del 30% en la gama de sol y las ofertas debían interesar, pues en el interior los cliente se probaban diversos modelos.

En Intecat iStore una veintena de personas hacían una cola que llegaba del mostrador hasta la puerta. Allí no había carteles que anunciaran los descuentos, pero a pesar de ello los clientes eran conocedores. No obstante, junto a los que iban en busca de una buena oferta, había también quienes estaban allí por necesidad. «Se me ha roto el teléfono», aseguraba la clienta que, minutos antes de las 11 de la mañana, estaba la última de la fila. Instantes después un joven que había estado preguntando por un artículo aseguraba que en Amazon estaba más barato.

Y es que en el Black Friday las compras on line también triunfan. Raquel Robinson salía de una tienda de electrodomésticos mirando su teléfono móvil. «Estaba esperando para comprar un radiador pero no lo han rebajado, así que lo estoy mirando por Amazon», resaltó la mujer, que llevaba un par de bolsas de artículos de ropa que había comprado para su hijo. «Son cosas que necesitaba», apostilló.

En su opinión, aunque en algunos establecimientos había buenas ofertas, eran los menos. Ahora, visto que no había tenido éxito con el radiador, se dirigía a una tienda de juguetes para ver si podía adelantar algunas compras de Navidad. «Si hay descuentos, compraré ya», dijo. Precisamente en una juguetería anunciaban minutos antes a sus clientes que los artículos que no estaban en el catálogo tenían un 10% de descuento. En los pasillos, varias personas buscaban juguetes con la mente puesta en las fiestas.

Y si algo se busca también en estas promociones son los electrodomésticos. «Televisores, lavadoras y frigoríficos es lo que más nos piden», indicaron en Milar, donde apenas dos horas después de abrir un dependiente comentaba que él ya había vendido dos teles que estaban muy bien de precio. «Una de 32 pulgadas marca Samsung por 200 euros», comentó. Sobre los robots aspiradores, tan de moda, señaló que la gente preguntaba por ellos pero, pese a tener descuento, el precio es elevado y no se venden mucho.